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Tomo [1]




                      CARACAS, VENEZUELA 2009

                          PReMIO
                   LIBERTADOR
                   alPeNSAMIeNTO
                         CRÍTICO
                            20o8

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El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI
         Edición cedida por: Vadell Hermanos/CLACSO.
         Valencia-Venezuela, 2008

         © István Mészáros
         © De la traducción: Eduardo Gasca
         ©Fundación Editorial El perro y la rana, 2009
         Centro Simón Bolívar
         Torre Norte, piso 21, El Silencio
         Caracas - Venezuela.
         Teléfonos: 0212-377-2811 / 0212-808-4986

         Correos electrónicos
         elperroylaranaediciones@gmail.com
         comunicaciones@elperroylarana.gob.ve
         editorial@elperroylarana.gob.ve

         Páginas web
         www.elperroylarana.gob.ve
         www.ministeriodelacultura.gob.ve

         Depósito Legal
         N° lf 40220098002544
         ISBN 978-980-14-0632-7




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E
                         l Premio Libertador al Pensamiento Crítico es un reco-
                         nocimiento a la labor reflexiva de autores que han desa-
                         rrollado una visión distinta a la mirada monolítica del
              pensamiento único. Rinde homenaje a la capacidad de generar
              ideas heterodoxas, fundando nuevas plataformas para el debate y
              la discusión de la realidad contemporánea. Nos enlaza con la obli-
              gación y el placer del pensamiento, fuerza motora de revoluciones e
              historias.
                 El pensamiento, la capacidad de discernir y penetrar la realidad,
              ha sido la constante que ha tejido las historias de las culturas y las
              sociedades. Cada individuo edifica un sistema de ideas a partir de
              la experiencia del mundo, de la observación, y la reflexión que esta
              conlleva. Los sistemas de ideas se convierten pronto en el funda-
              mento de las organizaciones sociales, definiendo nuestro devenir
              como culturas.
                 El pensamiento es móvil, elástico y perfectible, intrínsecamente
              lleva la marca de lo plural y dinámico. Por ello, todo pensamien-
              to debe ser crítico, partir de múltiples lugares y apuntar siempre al
              cuestionamiento de lo estático e inquebrantable. El pensamiento
              único o hegemónico es una contradicción desde su origen, intenta
              abordar la infinita complejidad del mundo y del ser humano desde
              una única perspectiva, se pierde en una maraña ciclópea de artifi-
              cios construidos para justificar un fin, generalmente en beneficio de
              un grupo o una élite en detrimento del resto de la humanidad.
                 Posturas capitalistas, neocoloniales e imperialistas defienden un
              sistema de ideas unívoco, en donde la alteridad cultural se ve so-
              metida a iniquidades económicas y políticas. Ante este panorama
              de larga data, es urgente revalorizar y fomentar la crítica incisiva
              y rigurosa de los sistemas que han dominado las configuraciones

                                                                                    3




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culturales contemporáneas. El análisis minucioso y la concreción
         de pensamientos en pro de un mejor mundo se explayan en un es-
         pectro complejo en donde el sujeto es partícipe de los cambios y
         generador de ideas renovadoras, cobijadas por la pluralidad de las
         culturas y no ya por un único dominio discursivo.
            El pensamiento crítico encuentra hoy el tiempo y los lugares para
         ser emitido, demanda ser escuchado por la mayoría de los pueblos
         posibles, para impulsar a hombres y mujeres a retomar su propio
         destino. Por ello, el gobierno de la República Bolivariana de Vene-
         zuela, en consonancia con las voces levantadas de tantos pueblos
         explotados y alertas, reconoce con este premio el trabajo teórico
         de autores que han desarrollado reflexiones críticas y alternativas
         comprometidas con el presente y el futuro de la humanidad.




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Veredicto
                 Reunidos en la ciudad de Caracas, a los veintitrés días del mes
              de junio del año 2009, los jurados del Premio Libertador al Pen-
              samiento Crítico 2008: Judith Valencia, Theotonio Dos Santos,
              Renán Vega Cantor, Bernard Duterme y J. A. Calzadilla Arreaza,
              rendimos homenaje a la fallecida poeta Stefania Mosca, quien ini-
              cialmente formaba parte del jurado. Luego de debatir sobre las 102
              obras presentadas, acordamos por mayoría de votos otorgar el Pre-
              mio a István Mészáros por su obra El desafío y la carga del tiempo
              histórico: El socialismo del siglo XXI (Vadell Hermanos/CLAC-
              SO. Valencia-Venezuela, 2008).
                 Los jurados queremos poner de relieve la abundante participa-
              ción de obras que abordan temas cruciales de nuestra contempora-
              neidad y constata la importancia de los procesos sociales vividos
              por América Latina en la reflexión crítica y en la producción de un
              pensamiento emancipatorio anticapitalista.
                 En esta reflexión, pensadores de otras latitudes, como el autor del
              libro que ha merecido este premio, están generando obras de gran
              nivel teórico sobre los retos planteados por las propuestas alternati-
              vas que emergen en la región latinoamericana.
                 La obra premiada constituye la expresión de una corriente teóri-
              ca de notable valor para el pensamiento crítico y la praxis política
              actuales. István Mészáros es uno de los principales representantes
              de la Escuela de Budapest, fundada por el eminente filósofo marxis-
              ta György Lukács y desde finales de la década de 1950 viene cons-
              truyendo un corpus teórico innovador, cuya máxima elaboración ha
              sido su obra Más allá del capital.

                                                                                    5




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El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del si-
         glo XXI, es una continuación de su esfuerzo teórico, que estudia las
         transformaciones experimentadas por el capital, por los movimien-
         tos sociales, políticos e intelectuales y la lucha por la construcción
         del socialismo.
            En este libro, Mészáros reconstruye con lucidez y originalidad
         el análisis de los procesos de lo que él denomina el “metabolismo
         social del capital”, abordando sus impactos sobre la supervivencia
         de la humanidad, la destrucción de la naturaleza, las nuevas formas
         de alienación, la mercantilización de la educación y la necesidad
         urgente de un proyecto revolucionario socialista.
            En consonancia con las anteriores apreciaciones, los jurados de-
         cidimos otorgar menciones honoríficas a las siguientes obras por su
         significativo aporte al pensamiento crítico: Domenico Losurdo, El
         lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana (Escolar
         y Mayo Editores. Madrid, 2008); Elisabeth Roig, Magui Balbue-
         na. Semilla para una nueva siembra (Trompo Ediciones. Buenos
         Aires, 2008); Diana Raby, Democracia y Revolución: América
         Latina y el socialismo hoy (Monte Ávila Editores. Caracas, 2008);
         Claudio Katz, Las disyuntivas de la izquierda en América Latina
         (Ediciones Luxemburg. Buenos Aires, 2008).
            Por otra parte, los miembros del jurado hemos considerado que
         ciertos libros presentados merecen una amplia difusión por su con-
         tribución pedagógica y didáctica para quienes busquen iniciarse
         en el cauce del pensamiento crítico. Por esta razón, recomenda-
         mos a los organizadores del Premio Libertador que promuevan la
         divulgación de los siguientes libros: Diego Guerrero, Un resumen
         completo de El Capital de Marx (Maia Ediciones. Madrid, 2008);
         José Bell Lara, La integración latinoamericana. Un camino in-
         concluso (Ediciones Ántropos. Bogotá, 2008); Hugo E. Biagini y
         Arturo A. Roig (directores), Diccionario del pensamiento alterna-
         tivo (Red de Editoriales Universitarias Nacionales. Editorial Biblos.
         Buenos Aires, 2008); Luz María Martínez Montiel, Africanos en
         América. (Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2008).
            De igual modo, la importancia del rescate de la memoria del
         período de terrorismo de Estado en América Latina, nos permite

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destacar la relevancia del libro en tres tomos: Álvaro Rico (coordi-
              nador), Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo
              de Estado en el Uruguay (1973-1985) (Universidad de la Repúbli-
              ca Oriental del Uruguay. Montevideo, 2008). Recomendamos que
              este trabajo forme parte de una documentación más amplia sobre
              los crímenes de Estado.
                 Finalmente, considerando la importancia de este premio para el
              avance de las transformaciones que hemos señalado, proponemos la
              realización de seminarios en torno a la obra premiada en cada edi-
              ción del Premio Libertador, con el objeto de profundizar y difundir
              el pensamiento crítico de nuestro tiempo.

                                                                 Judith Valencia
                                                          Theotonio Dos Santos
                                                             Renán Vega Cantor
                                                               Bernard Duterme
                                                        J. A. Calzadilla Arreaza




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A la memoria de
                   Antonio Gramsci (1891-1937),
                      Attila József (1905-1937) y
                       Che Guevara (1928-1967)




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Ni Dios ni la mente, sino
                           el carbón, el hierro y el petróleo,
                              la materia real nos ha creado,
                         echándonos hirvientes y violentos,
                                        en los moldes de esta
                                            sociedad terrible,
                       para afincarnos, por la humanidad,
                                            en el eterno suelo.
                           Tras los sacerdotes, los soldados
                                               y los burgueses
                                al fin nos hemos vuelto fieles
                                         oidores de las leyes:
                    por eso el sentido de toda obra humana
                                           zumba en nosotros
                                     como el violón profundo

                                                 Attila József




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Introducción:
              El desafío y la carga del tiempo histórico

              1.
                  Este libro está dedicado a la memoria de tres grandes seres hu-
              manos del siglo XX: Antonio Gramsci, Attila József y el Che
              Guevara: a los setenta años de la trágica muerte de los dos prime-
              ros, y a los cuarenta de la del tercero. Porque, contra viento y marea,
              en indoblegable desafío de las trágicas consecuencias que habían de
              padecer, afrontaron el reto constante de una época desgarrada por
              una sucesión de crisis extremas, y sobrellevaron hasta los últimos
              límites la carga de su tiempo histórico; el tiempo en el que se vieron
              confinados por las circunstancias más desfavorables, a las que sin
              embargo fueron capaces de superar gracias a su dedicación ejem-
              plar y al largo alcance de su visión, en dirección a la perspectiva
              adoptada a conciencia del único futuro viable para la humanidad
              —el socialismo— que ellos propugnaron apasionadamente.
                  Gramsci, József y el Che Guevara fueron grandes testigos de la
              cada vez más profunda crisis del orden social del capital durante
              el transcurso del siglo XX. Tuvieron plena consciencia de la in-
              tensidad sin precedentes de esa crisis, que comenzaba a amenazar
              a la supervivencia misma de la humanidad. Primero, mediante el
              violento intento fascista y nazifascista por redefinir las relaciones
              internacionales del poder político/militar, y más tarde, en los años
              finales del Che Guevara, mediante el nuevo designio agresivo de
              dominar el orden mundial sobre una base de carácter permanente,
              a través del imperialismo hegemónico global de los Estados Unidos
              de Norteamérica.
                  Los tres se dieron cuenta con absoluta claridad de que tan solo
              la transformación social más radical, que instituyera un verdadero
              cambio epocal, podría ofrecer una salida para la peligrosa suce-
              sión de crisis que caracterizaron al siglo XX en su totalidad. Dicho

                                                                                    13




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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         cambio epocal se hacía necesario puesto que el orden establecido
         continuaba generando la destrucción a todo lo ancho del mundo, sin
         que se avistara algún punto final del devastador choque de intere-
         ses. Ni siquiera el espantoso derramamiento de sangre de las dos
         guerras mundiales parecía poder establecer una mínima diferencia
         para los antagonismos fundamentales.
            Resultaba completamente irónico, si no algo peor, que los de-
         fensores del orden dominante prometiesen en medio de la primera
         “Gran Guerra” que los sacrificios que en ella se padecían estaban
         destinados “a terminar con todas las guerras”. Pues muy pronto es-
         tuvieron en marcha los más siniestros preparativos para una con-
         frontación aún más destructiva, cobrando fuerzas durante la secuela
         de la “Gran Crisis Económica Mundial” de 1929-1933. Las parcia-
         lidades rivales abordaban tales preparativos como autoengañado-
         ra garantía contra la posibilidad de hundirse dentro de otra crisis
         económica global. La lógica perversa del capital les imposibilitaba
         comprender las desastrosas implicaciones a largo alcance del rum-
         bo de acción que tan ciegamente seguían.
            Indudablemente, los preparativos para la nueva guerra dieron
         sus frutos muy pronto, y reventaron en 1939 en un conflicto armado
         global que duró seis años. Poco antes del estallido de la Segunda
         Guerra Mundial los Estados Unidos de Norteamérica se encami-
         naban, de hecho, hacia otra grave recesión, a pesar de los intentos
         remediales que perseguía el New Deal de Roosevelt. Pero su activo
         involucramiento industrial y militar en la guerra rápidamente invir-
         tió esa tendencia, y trajo consigo una expansión económica antes
         inimaginable. Sin embargo, el surgimiento de los Estados Unidos
         luego de la guerra como la potencia económica ostensiblemente
         más poderosa no resolvió ninguna de las fatales contradicciones del
         sistema del capital. Tan solo le proporcionó a los Estados Unidos la
         avasallante ventaja de asumir, en su debido tiempo y de una forma u
         otra, el papel de la dominación imperialista que anteriormente ejer-
         cieron el imperio colonial inglés y el francés, relegando al olvido, al
         mismo tiempo, a las potencias coloniales menores, la portuguesa y
         la holandesa. Así, bajo la premisa definitivamente falsa del final del
         imperialismo y el pretendido inicio de la nueva era de la democracia

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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              y la libertad universalmente beneficiosas y a la vez totalmente equi-
              tativas, el país con el más enorme arsenal de destrucción militar, ca-
              paz de exterminar fácilmente a la humanidad en cuestión de horas,
              proclamó su derecho a dominar el mundo, al principio en el llamado
              “siglo de Norteamérica”, el XX, y después anunció incluso su firme
              determinación de regir durante toda la duración del autodecretado
              “milenio de Norteamérica” que nos aguarda.
                 Gramsci y József murieron mucho antes de que los Estados Uni-
              dos hubiesen asumido el papel del hegemón imperialista global.
              Pero el Che Guevara ya había seguido con pasión y perspicacia el
              desarrollo de la guerra de Vietnam, que apuntaba hacia esa direc-
              ción. Porque en dicha guerra los Estados Unidos de Norteamérica
              trataron de imponer su avasallante poderío militar sobre el área que
              una vez dominaron los franceses, con la intención de establecer así
              una cabeza de puente inexpugnable para sus futuras aventuras al
              servicio de la dominación global. Formaba parte del mismo desig-
              nio imperial en el que los Estado Unidos están involucrados hoy día
              en el Medio Oriente, amenazando con extender su agresión militar
              en el futuro “indefinido”, como ellos dicen, también contra los paí-
              ses que arbitrariamente denuncian como “el eje del mal”, siempre y
              cuando ese tipo de acción pueda estar acorde con su conveniencia
              “prioritaria”, amenazando en aras de ese fin también con el empleo
              —autocalificado como “moralmente justificado”— de armas nu-
              cleares en contra incluso de potencias no nucleares.

              2.
                 El Che Guevara comprendió muy bien que la cuestión literaria-
              mente vital no era simplemente cuál país en particular estaba tratan-
              do de imponerle a la humanidad los sufrimientos y sacrificios más
              horrendos bajo las circunstancias históricas prevalecientes. Porque
              en ese respecto el papel de agresor podía ser transferido de la derro-
              tada Alemania nazi de Hitler al victorioso antagonista capitalista,
              los Estados Unidos de Norteamérica. El punto realmente decisivo
              no eran algunas contingencias históricas, intercambiables y a ve-
              ces hasta reversibles, sino las necesidades estructurales subya-
              centes. En otras palabras, el factor decisivo crucial era la naturaleza

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         incorregible del control sociorreproductivo del capital, que no podía
         hallarles ninguna solución a sus propios antagonismos sistémicos
         insuperables. Por consiguiente, bajo las condiciones del desarrollo
         imperialista monopólico la potencia avasalladoramente dominante
         —si no esta en particular entonces cualquier otra— tenía que tratar
         de imponer su poderío (de ser necesario, en la forma más violenta,
         haciendo caso omiso de las consecuencias) sobre sus adversarios
         reales o potenciales.
            Por eso en la visión del Che Guevara la lucha contra el imperialis-
         mo norteamericano —en la que sacrificó heroicamente su vida— re-
         sultaba inseparable del empeño irreductible por establecer un nuevo
         orden social positivamente sustentable e históricamente viable, a
         una escala global. Era la única vía factible de afrontar el desafío de
         nuestro tiempo histórico, aceptando la carga de la responsabilidad
         que de él surgía. Porque solamente el basamento positivo del nuevo
         orden social visualizado podía proporcionar la garantía necesaria
         en contra del renacer de nuevos antagonismos, más destructivos in-
         cluso, en el futuro. Así que, definitivamente, no había tiempo que
         perder. La exigente tarea de echar las bases positivas para ese orden
         social genuinamente cooperativo, combatiendo la proliferante difu-
         sión de antivalores por parte del orden social establecido, tenía que
         iniciarse de una vez en el presente, con plena consciencia del hecho
         de que en este momento peligroso de la historia lo que está en juego
         es nada menos que la supervivencia de la humanidad.
            En ese espíritu, y haciendo un llamado a nuestra consciencia de
         la humanidad, el Che Guevara se dirigía así al pueblo, en sus años
         en Cuba:
             Es necesario tener una gran devoción por la humanidad, un gran senti-
         do de la justicia y la verdad, para no caer en los dogmatismos extremos, en
         los fríos escolasticismos, en el aislamiento de las masas. Es necesario lu-
         char cada día a fin de transformar ese amor activo por la humanidad en
         hechos concretos, en acciones que sirvan como ejemplos movilizadores.1


         1 Epígrafe escogido significativamente por el MST (Movimiento de los Sin
         Tierra brasileño) para su “Agenda 2004”, en el año de su 20º aniversario.


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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



                  El Che Guevara compartió plenamente con Gramsci y József la
              línea de enfoque que aseveraba la necesidad vital de mantener un
              compromiso intenso con los valores perdurables de la humanidad,
              bajo las circunstancias de una barbarie cada vez más abiertamente
              amenazadora. En tiempos de Gramsci, los promotores de la surgen-
              te amenaza fascista no solo denunciaron repetidas veces en público
              al destacado dirigente político italiano, que elevó apasionadamente
              su voz en nombre de la humanidad en contra del fascismo, sino que
              lo sometieron cruelmente a prisión durante los mejores años de su
              vida, hasta convertirlo en moribundo.
                 Para la época de su encarcelamiento, el procurador fascista italia-
              no, inspirado por Mussolini —antes editor del periódico socialista
              y ahora renegado— escribía con brutal cinismo: “Debemos impe-
              dir que su cerebro funcione durante unos veinte años”. 2 Espe-
              raban destruir el espíritu de Gramsci y de esa manera imposibilitar
              la difusión de sus ideas. Por el contrario, bajo las circunstancias de
              increíble dureza, privaciones y hasta una fuerte enfermedad padeci-
              das en la cárcel de Mussolini, Gramsci produjo sus Cuadernos de
              la prisión, una obra magnífica cuya influencia perdurará por muy
              largo tiempo. Ciertamente, lo hará hasta que podamos decir que el
              poder del capital quedó irremediablemente relegado al pasado, en el
              espíritu de lo que previó Gramsci.
                 En el mismo período en el que Gramsci tuvo que confrontar y
              soportar las bestialidades del fascismo, también el poeta húngaro
              Attila József —que percibió con su visión profunda y perspicaz las
              devastadoras perspectivas de la aventura militar global nazi que se
              avecinaba— había colocado en el centro de varios de sus grandes
              poemas su preocupación apasionada por el destino de la humani-
              dad, tratando de hacer sonar la alarma en contra de la barbarie en
              pleno desarrollo, subrayando que
                    nueva infamia se levanta


              2 “Per vent’anni, dobbiamo impedire a questo cervello di funziona-
              re”. Tomado del Memorando del Procurador fascista, de fecha 2 de junio
              de 1928.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



              para hacer a las razas enfrentarse entre sí.
              La opresión grazna en escuadrones,
              aterriza sobre el corazón viviente, como sobre carroña,
              y la miseria se babea a lo largo del orbe,
              como la saliva en el rostro de los idiotas. 3

            Y en un poema dedicado a Thomas Mann, que en ese momento
         leía de su propia obra en un acto público en Hungría, József escribió:

              Al pobre Kosztolányi4 enterramos ayer
              y, como abrió en su cuerpo el cáncer un abismo,
              Estados-Monstruo roen sin tregua al humanismo.
              ¿Qué más vendrá, inquirimos —las almas de horror plenas—
              de dónde nos azuzan nuevas ideas-hienas?
              ¿Hierven nuevos venenos que quieren infiltrarnos?
              ¿Y hasta cuándo habrá un sitio en que puedas hablarnos?5

            Los apologistas del capital hacían —y continúan haciéndolo—
         todo cuanto podían a fin de anular la consciencia que tiene el pueblo
         de su tiempo histórico, con la intención de eternizar su sistema. Solo
         aquellos que tienen un vital interés en la institución de un orden so-
         cial positivamente sustentable, y por lo tanto en asegurar la supervi-
         vencia de la humanidad, pueden apreciar realmente la importancia
         del tiempo histórico en esta coyuntura crítica del desarrollo social.
         Gramsci, en el tiempo en que ya estaba gravemente enfermo en pri-
         sión, seguía repitiendo: “El tiempo es la cosa más importante; es



         3 Attila József, Ös patkány terjeszt kórt miköztünk (La rata primitiva
         difunde la peste entre nosotros) 1937.

         4 Dezsö Kosztolányi, importante poeta húngaro (1885-1936) muerto de
         cáncer hacía poco tiempo.

         5 Thomas Mann üdvözlése (Saludo a Thomas Mann), 1937. El texto cita-
         do aparece en español en el original. Traducción de Fayad Jamís.

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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              un simple seudónimo de la vida”. 6 Los defensores del orden do-
              minante jamás podrán entender el significado de sus palabras. Para
              ellos el tiempo no puede tener más que una dimensión: la del eter-
              no presente. El pasado para ellos no es sino la proyección hacia
              atrás y la justificación ciega del presente establecido, y el futuro es
              tan solo la extensión eterna del “orden natural” del aquí y el ahora,
              tan contradictoria en sí misma. No importa cuán destructivo, y tam-
              bién autodestructivo, resulte ser ese “orden natural” que encierra la
              insensata conseja reaccionaria, constantemente repetida, según la
              cual “no hay alternativa”. Aviesamente, se supone que a eso se re-
              duce el futuro.

              3.
                 Si el pueblo en general aceptase realmente esta concepción del
              tiempo apologética del capital, inevitablemente se hundiría en el
              abismo del pesimismo sin fondo. Gramsci, incluso cuando sufría
              personalmente el mayor de los padecimientos, y al mismo tiempo
              percibía la catástrofe nazifascista para la humanidad a la vuelta de
              la esquina, se negaba terminantemente a ceder ante el pesimismo
              total. A pesar de los nubarrones tan oscuros que cubrían el hori-
              zonte, rechazó vigorosamente la idea de permitir que la voluntad
              humana se viese sometida por el pesimismo, sin importar cuán
              desfavorables pudiesen resultar las situaciones y las circunstancias
              visibles, que sin duda lo eran en ese momento. Adoptó como una de
              sus máximas las palabras de Romain Rolland, que hablaba de “El
              pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad”. 7
                 La convicción de Gramsci, que predicaba el “optimismo de la vo-
              luntad”, representaba y representa la irreprimible determinación de
              una fuerza social radical de sobreponerse a las tendencias de desa-
              rrollo destructivas, inspirada por una visión sustentable del futuro y

              6 “Il tempo é la cosa piú importante: esso é un semplice pseudonimo de-
              lla vita”. Giuseppe Fiori, Vita di Antonio Gramsci, Editori Laterza, Bari,
              1966, p. 324.

              7 “Il pesimismo dell’intelligentzia e l’ottimismo della volontà”. G. Fiori,
              ibíd., p. 323.

                                                                                                 19




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         en desafío de la relación de fuerzas existente. Las “personificacio-
         nes del capital” se sienten más que contentas de glorificar un eter-
         no presente “sin alternativas”, en el autoengaño de que —tan solo
         porque con todos los medios a su disposición ellas constituyen la
         sociedad dominante— el proceso histórico como tal ya ha finali-
         zado. Hasta llegan a pontificar acerca del feliz “fin de la historia”
         neoliberal, en fabricaciones de propaganda seudoacadémicas vasta-
         mente promocionadas, à la Fukuyama, predicándose ilusoriamente
         a sí mismas —las personificaciones— la consumación de la histo-
         ria, para siempre libre de conflictos, a la vez que andan en procura
         de guerras genocidas.
            Sin embargo, el tiempo de los oprimidos y los explotados, con
         su vital dimensión de futuro, no puede ser eliminado. Posee su
         propia lógica de desarrollo, como el irreprimible tiempo histórico
         de nuestra era de hacer o romper. Solo la destrucción total de la
         humanidad podría ponerle un final. Este tiempo potencialmente
         emancipador es inseparable del sujeto social capaz de afirmar, a tra-
         vés de su lucha, el “optimismo de la voluntad” de Gramsci, a pesar
         de toda la adversidad. Es este el tiempo histórico real del presente y
         el futuro que aparece en uno de los poemas de József:

            El tiempo está levantando la niebla, y podemos divisar mejor nuestra
         cima.
            El tiempo está levantando la niebla, lo hemos puesto de nuestra parte,
            lo hemos puesto de nuestro lado en la lucha, con nuestras reservas de
         miseria.8

            Nada ni nadie puede someter o destruir a este tiempo que ayuda
         a hacer que los explotados y los oprimidos cobren consciencia de
         los perfiles de una sociedad futura radicalmente diferente. No pue-
         de haber ilusiones en cuanto a la ardua ascensión que es necesario
         emprender si queremos alcanzar la cima en cuestión porque el inhu-
         mano, alienante y unidimensional tiempo presente del orden socio-
         rreproductivo del capital mantiene todavía el control de la situación.


         8 Attila József, Szocialisták (Socialistas), 1931.

         20




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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              Así lo describe Attila József con gran fuerza evocativa en otro de
              sus poemas:

                    Este tiempo presente
                    es el de los generales y banqueros.
                    Frío, forjado, relumbrante
                    cuchillo-tiempo.
                    El cielo chorreante está blindado.
                    La helada perfora hiende el pulmón
                    y el pecho desnudo detrás de los harapos.
                    En piedra de amolar chirría el tiempo.
                    Detrás del tiempo ¡cuánto pan silencioso
                    y frío! y cajas de hojalata,
                    y un montón de cosas heladas.
                    Escaparate-vidrio-tiempo.
                    Y los hombres gritan: ¿Dónde está la piedra?
                    ¿Dónde el escarchado pedazo de hierro?
                    ¡Arrójaselo! ¡Hazlo trizas! ¡Penetra!
                    ¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! 9

                 Pero sea como sea, al “eterno presente” del capital, junto con su
              “escaparate-vidrio-tiempo” helado, no les será posible barrer con la
              aspiración de la humanidad de establecer un orden social histórica-
              mente sustentable mientras todavía existen la opresión y la explota-
              ción en el mundo. Para el momento en que los hayamos consignado
              irremediablemente al pasado en nuestro mundo, como lo serán si la
              humanidad ha de sobrevivir, el sistema del capital no será más que
              un mal recuerdo.

              4.
               El capital no puede tolerar ninguna limitación a su propio
              modo de reproducción metabólica social. En consecuencia, las


              9 Attila József, Fagy (Helada), 1932. El texto citado aparece en español en
              el original. Traducción de Fayad Jamís.


                                                                                                  21




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         consideraciones acerca del tiempo le resultan totalmente inadmi-
         sibles si ellas exigen alguna restricción de su incontrolable impera-
         tivo de expansión del capital. Para ese imperativo no puede existir
         ninguna exención. Ni siquiera cuando las consecuencias devastado-
         ras ya son flagrantemente obvias tanto en el campo de la producción
         como en el terreno de la ecología. La única modalidad del tiempo
         en el que el capital pudiese estar interesado es el tiempo de trabajo
         explotable. Este sigue siendo el caso, incluso cuando la implacable
         explotación del trabajo se torna en anacronismo histórico gracias
         al desarrollo potencial de la ciencia y la tecnología al servicio de las
         necesidades humanas. Sin embargo, puesto que el capital no puede
         contemplar esa alternativa, porque procurarla requeriría trascender
         las limitaciones estructurales fetichistas de su propio modo de ope-
         ración, el capital se convierte en el enemigo de la historia. Esa es
         la única manera como el capital puede pretender zafarse de su situa-
         ción de anacronismo histórico.
            Así, el capital debe negar y excluir a la historia en su visión del
         mundo, de manera que no es concebible que surja siquiera la cues-
         tión de alguna alternativa histórica a su propio dominio, por anacró-
         nico y peligroso que pueda resultar su control de la reproducción
         social —explotador del trabajo— que está, a pesar de todos los mi-
         tos que se construyen desde su seno, muy lejos de ser económica-
         mente eficiente. Pero el problema radica en que la negación de la
         historia por parte del capital no es un ejercicio mental ocioso. Cons-
         tituye un proceso práctico letal de acumulación de capital acrecen-
         tada, con la concomitante destrucción en todos los campos, no solo
         en el plano militar.
            Como sabemos, en la fase ascendente de su desarrollo el sistema
         del capital fue enormemente dinámico y de muchas maneras tam-
         bién positivo. Solo con el transcurso del tiempo —que objetivamen-
         te trajo consigo la intensificación de los antagonismos estructurales
         del sistema del capital— se transformó en una peligrosa fuerza re-
         gresiva. Si, no obstante, el orden reproductivo dominante carece de
         sentido del tiempo histórico, como resulta ser el caso hoy, ocurre
         que tampoco puede percibir siquiera la diferencia, por no hablar de


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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              hacer los ajustes necesarios de acuerdo con las condiciones que han
              cambiado.
                 La negación de la historia es el único curso de acción factible,
              inseparable de la ceguera del capital ante el futuro dolorosamen-
              te tangible que hay que encarar. Es por eso que el capital no tiene
              otra alternativa que atropellar al tiempo histórico. Su brutal conseja
              de que “no hay alternativa” constituye tan solo una variante propa-
              gandística de la negación general de la historia que se corresponde
              con la naturaleza más recóndita del capital en la presente etapa de
              nuestro desarrollo histórico. Esta determinación del capital no fue
              siempre el caso, pero ha llegado a serlo, inalterablemente. Así, la
              única manera que tiene el capital para relacionarse con la historia en
              nuestro tiempo es atropellarla violentamente.
                 Tenemos aquí una obvia combinación de contingencia histórica
              y necesidad estructural. Si la humanidad tuviese una “infinidad de
              tiempo” a su disposición, entonces no sería posible hablar de “atro-
              pello del tiempo por parte del capital”. La infinidad del tiempo no
              podría ser atropellada por ninguna fuerza histórica dada. Bajo tales
              circunstancias la “expansión del capital” sería un concepto cuanti-
              tativo inofensivo, sin ningún final a la vista. Pero la humanidad no
              posee infinidad de ninguna cosa a su disposición, como lo presu-
              men absurdamente las personificaciones interesadas del capital, y
              mucho menos de infinidad de tiempo. Además, hablar de una infi-
              nidad de tiempo histórico humano constituiría una incongruencia
              grotesca.
                 Solo la más insensible de las fuerzas, desprovista de toda con-
              sideración humana, podría ignorar las limitaciones del tiempo. Es
              esto lo que presenciamos hoy día de modo característico. Resulta
              ser nuestra contingencia histórica determinada lo que activa los in-
              traspasables —absolutos— límites estructurales del capital. Lími-
              tes estructurales absolutos del sistema del capital que se vuelven
              determinaciones destructivas propensas a bloquear el futuro de la
              humanidad. En esta coyuntura de la historia el capital no puede ser
              en modo alguno diferente de lo que realmente es. Es así como la ne-
              cesidad estructural del capital se fusiona devastadoramente con su
              contingencia histórica ignorada de manera brutal (pero totalmente

                                                                                               23




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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         en vano). Ello es así precisamente porque el capital no tiene, y no
         puede tener, la consciencia del tiempo histórico. Solamente los sis-
         temas de reproducción estructuralmente ilimitados pueden tenerla.
         En consecuencia, no puede haber escape de esta destructiva trampa
         para la humanidad si no le arrancamos al sistema del capital mismo
         su control del proceso metabólico social al que se ha aferrado por
         tan largo tiempo.
            En el mismo poema del que se tomó el epígrafe de este libro, At-
         tila József llama nuestra atención hacia la carga del tiempo histórico
         y a la tremenda responsabilidad inseparable de esta. Habla de los
         seres humanos que deben enfrentar el gran desafío social e históri-
         co de nuestra época como “fieles oidores de las leyes”, subrayando
         que solo de esa manera podemos calificar como dignos depositarios
         del mandato que no ha sido legado en el desarrollo histórico de la
         humanidad. Está plenamente consciente, como hay que estarlo defi-
         nitivamente, tanto de la continuidad histórica sobre la cual podemos
         construir nuestro futuro como de las diferencias vitales que debe-
         mos instituir y consolidar debidamente en el proceso progresivo de
         la transformación cualitativa. Estas son las palabras de József:

              la materia real nos ha creado,
              echándonos hirvientes y violentos,
              en los moldes de esta
              sociedad terrible,
              para afincarnos, por la humanidad,
              en el eterno suelo.
              Tras los sacerdotes, los soldados
              y los burgueses
              al fin nos hemos vuelto fieles
              oidores de las leyes:
              por eso el sentido de toda obra humana
              zumba en nosotros
              como el violón profundo 10


         10 Attila József, A város peremén (Al borde la ciudad), 1933. Traducido
         por Fayad Jamís.

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                 El requerimiento vital de ser “fieles oidores de las leyes” en el
              que hace hincapié József no se refiere simplemente a las leyes he-
              chas por los hombres. Representa sobre todo la ley absolutamente
              fundamental de la relación de la humanidad con la propia natura-
              leza: el objetivo substrato de nuestra existencia misma. Este tie-
              ne que ser el fundamento definitivo de todo el sistema de las leyes
              humanas. Sin embargo, es la relación que está siendo violada por
              el capital en nuestra época de todas las maneras posibles, haciendo
              caso omiso, irresponsablemente, de las consecuencias. No se nece-
              sita ninguna visión profética para comprender que la violación im-
              placable del basamento natural de la existencia humana no puede
              continuar indefinidamente.

              5.
                 Sin duda, las leyes hechas por el hombre están muy involucradas
              en el proceso destructivo general. El llamado de József a nuestro
              sentido de la necesidad ineludible y la responsabilidad consciente
              —que exigen que seamos fieles oidores de las leyes— las abarca
              también. Todo es cuestión de la prioridad, y concierne a la relación
              entre lo absoluto y lo relativo. Debería resultarnos perfectamente
              obvio cuál de los dos deberá tener la prioridad. Podemos invertir
              su relación —absolutizando lo relativo irresponsablemente, y re-
              lativizando lo absoluto imprudentemente— solo a nuestro propio
              riesgo.
                 Sin embargo, el capital siempre operó sobre la base de esa inver-
              sión. Podría decirse que el capital es “daltónico” en ese respecto. A
              causa de su naturaleza más profunda no podía operar de otro modo
              que trastocando esa relación vital. Porque el capital siempre se auto-
              definió como lo absoluto, y a cualquier otra cosa, en relación con su
              autodeterminación primaria, como lo relativo dependiente y pres-
              cindible. Ciertamente, en un sentido positivo —en la medida en que
              tal cosa se pudo hacer sin consecuencias negativas— ese modo de
              operación fue siempre el secreto de su dinamismo y éxito incompa-
              rables, barriendo con cuanto pudiese atravesarse en su camino.


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            Más aún, de cara a ello parece no haber ninguna razón para que
         no tenga que ser así. En principio no hay nada absolutamente re-
         prensible en torno a la destrucción de determinadas partes o for-
         mas de la naturaleza mediante su transformación en alguna otra
         cosa, incluso si se trata de la combustión o los productos de dese-
         cho. Está ocurriendo en la propia naturaleza, de una u otra manera,
         todo el tiempo. El punto es, sin embargo, que para el momento en
         que el capital, con su dinamismo irrefrenable que todo lo invade con
         enorme facilidad, apareció sobre el escenario histórico, el margen
         de seguridad para su impacto objetivo sobre la naturaleza —inde-
         pendientemente de la magnitud de la destrucción generada por su
         profusa intervención directa en el proceso del metabolismo— era
         tan inmenso que las implicaciones negativas no parecían establecer
         ninguna diferencia. Las cosas resultaron así simplemente porque
         el “momento de la verdad” —que necesariamente nace del inter-
         cambio entre la finitud de nuestro mundo natural y cierto tipo de
         control reproductivo (inalterablemente depilfarrador)— todavía
         estaba muy lejos de estar tocándonos la puerta. Fue eso lo que les
         produjo a los autocomplacientes economistas liberales, incluso
         en el siglo XX, la asombrosa ilusión de que su sistema calificaría
         para siempre para la pomposa caracterización de la “destrucción
         productiva” (Schumpeter), cuando en realidad ya se estaba viendo
         cada vez más peligrosamente infestado por su irreversible tenden-
         cia a la producción destructiva.
            Como todos los valores, la productividad y la destrucción adquie-
         ren su significado solo en el contexto humano, en la relación lo más
         estrecha posible con las condiciones históricas pertinentes. Lo que
         convierte a la destrucción de la naturaleza que hoy presenciamos
         en un proceso irremediablemente negativo —y a la larga catastró-
         ficamente negativo— es su impacto definitivo sobre la vida huma-
         na en sí misma. Es por eso que, bajo las circunstancias de nuestro
         tiempo, la absolutización que hace el capital de lo relativo creado
         históricamente —su propia esencia— y la implacable relativiza-
         ción de lo absoluto (la base natural de la vida humana como tal)
         resulta mucho peor que jugar a la ruleta rusa. Porque trae consigo la


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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              certeza absoluta de la autodestrucción de la humanidad, en el caso
              de que al proceso de reproducción metabólica del capital, en pleno
              desarrollo, no se le ponga un final bien preciso en el futuro cercano,
              mientras haya tiempo todavía para hacerlo. El trastrocamiento por
              parte del capital de la relación objetiva entre lo absoluto y lo relati-
              vo está conduciendo a la humanidad en la dirección opuesta, sin ni
              siquiera concedernos la remota posibilidad de tirar del gatillo de la
              pistola de la ruleta rusa unas cuantas veces, antes del tiro fatal esta-
              dísticamente probable.
                 Una vez más podemos ver aquí la peligrosa combinación de la
              contingencia histórica y la necesidad estructural. El amplísimo
              margen de seguridad original ha desaparecido para siempre.
              Nuestra contingencia histórica dada ha activado irreversiblemen-
              te y con creces los límites estructurales del capital, tornándolos en
              determinaciones inmensamente destructivas propensas a bloquear
              el futuro. La necesidad estructural del sistema y la voraz destructi-
              vidad establecidas están ahora irresolublemente fusionadas con su
              contingencia histórica que es anacrónica, pero el capital no puede
              admitirlo porque continúa negando la posibilidad de ser histórica-
              mente superable desde la altura de su ficticia autoabsolutización.
                 El imperativo de instituir un sistema sociorreproductivo ilimita-
              do en el futuro previsible surge de esas condiciones. No hace falta
              decirlo: no puede existir un futuro sin seguir fielmente las leyes.
              Pero para poder hacerlo habrá que establecer la adecuada prioridad
              en nuestro sistema general de leyes. Las leyes del capital están basa-
              das siempre sobre la falsa prioridad de invertir la relación entre lo
              absoluto y lo relativo, en aras de absolutizar su propio dominio aun
              a costa de la destrucción de la naturaleza, del mismo modo como
              el capital tenía —y tendrá siempre— que negar su determinación
              histórica a fin de eternizar su propia dominación del proceso meta-
              bólico social. La humanidad jamás necesitó poner una atención más
              fiel a la observancia de las leyes que la exigida hoy en esta coyun-
              tura crucial de la historia. Pero las leyes en cuestión han de ser re-
              hechas radicalmente: poniendo en armonía totalmente sustentable
              las determinaciones absolutas y relativas de nuestras condiciones


                                                                                                27




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         de existencia, de acuerdo con el reto ineludible y la carga de nuestro
         tiempo histórico.

         6.
            El siglo XX fue testigo no solo del primer intento importante de
         establecer una sociedad poscapitalista, sino también del derrumbe
         de ese tipo de sociedad, tanto en la Unión Soviética como en todo el
         resto de la Europa del Este. Para sorpresa de nadie, los defensores a
         ultranza del orden social del capital celebraron ese derrumbe como
         el saludable retorno a su orden “natural” luego de una desviación
         errática. Tuvieron las agallas de pretender ahora la permanencia ab-
         soluta de las condiciones establecidas, sin importar todas las pertur-
         badoras señales de inestabilidad peligrosa, y haciendo caso omiso
         de las crisis económica y ecológica cada vez más profundas y de la
         guerra más o menos permanente que es endémica de su sistema.
            Resultaría extremadamente ingenuo imaginar que el cambio de
         un orden metabólico social del capital a una alternativa histórica-
         mente viable pueda tener lugar sin contradicciones e incluso re-
         caídas penosas. Porque ninguna transformación social en todo el
         transcurso de la historia humana requirió de un cambio cualitativo
         que se le pueda comparar remotamente. Es así no solo a causa de
         la escala y la magnitud casi prohibitivas de la tarea, que involucra
         a una gran variedad de grupos nacionales interrelacionados —con
         su larga historia y sus tradiciones hondamente arraigadas, así como
         sus diversos intereses— en un escenario verdaderamente global.
         Lo que resulta radicalmente diferente por sobre todas las cosas
         respecto a los cambios históricamente presenciados de una forma-
         ción social a otra —es decir, el constituyente “no negociable” de la
         transformación socialista requerida— es la absoluta necesidad de
         vencer de manera permanente todas las formas de dominación y
         subordinación estructural, y no solamente de la variedad capita-
         lista. En nuestro tiempo ningún “cambio de personal”, no importa
         cuán bien intencionado sea en principio, puede siquiera comenzar
         a dar cumplimiento a la tarea. En otras palabras, la relación adver-
         sarial/conflictual entre los seres humanos —que ha resultado a to-
         das luces obvia en toda la historia conocida— es lo que debe ser

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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              positivamente desplazado mediante la creación y la consolidación
              firmemente asegurada del nuevo orden social. Si no es así, tarde o
              temprano comenzarán a aflorar y multiplicarse las contradicciones
              y los antagonismos incontrolables en el basamento recién estableci-
              do, como realmente lo hicieron en las sociedades de tipo soviético, y
              al final las socavaron y las destruyeron.
                 Tan solo un compromiso genuinamente crítico —y autocrítico—
              con el curso de la transformación histórica socialista puede produ-
              cir un resultado sustentable, al ir proporcionando los correctivos
              necesarios a medida que las condiciones cambien y exijan respues-
              tas para sus desafíos. Marx lo dejó bien claro desde el comienzo
              mismo, cuando insistía en que las revoluciones socialistas no debían
              eludir el autocriticarse “con implacable escrupulosidad”, 11 a fin de
              poder cumplir con los objetivos vitales de la emancipación.
                 El siglo XX marcó una diferencia significativa con respecto a la
              advertencia de Marx. Porque a la luz de siete décadas de experien-
              cia práctica sumamente costosa, la advertencia original de Marx
              acerca de la necesaria crítica práctica de nuestras propias acciones
              —una advertencia que a mediados del siglo XIX no podía ser más
              que una exhortación muy general— había adquirido una urgencia
              ineludible en el movimiento socialista. Porque, por una parte, dada
              la crisis estructural cada vez más profunda de nuestro orden meta-
              bólico social establecido, urge hoy más que nunca que la alternativa
              socialista se instituya sobre bases firmes, en contra del asalto de la
              propaganda autocomplaciente de la ideología dominante, visible por
              todas partes. Pero al mismo tiempo, por otra parte, debido a la con-
              tundente evidencia histórica del desarrollo del tipo soviético, y los
              inmensos sacrificios que hubo que soportar en sus largas décadas,
              nadie puede negar hoy día la necesidad de confrontar “con impla-
              cable escrupulosidad” los problemas que habrán de surgir. Porque
              solo mediante el re-examen, a plena consciencia y autocríticamente
              comprometido, de los pasos pretendidamente emancipatorios que


              11 Ver Marx, ¨El 18 Brumario de Luis Bonaparte¨, en Marx y Engels. Co-
              llected Works, vo 11, Londres 1979, p.106.


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         se han dado —tanto en el pasado como en el presente— puede vol-
         verse factible la construcción de unas bases del socialismo del siglo
         XXI más seguras de lo que resultaron ser las del XX.
            Los tres grandes seres humanos a quienes está dedicado este li-
         bro han enfocado la tarea histórica de la transformación socialista
         con este espíritu crítico vital. Gramsci y József aseveraron firme-
         mente su creencia en la incondicional integridad socialista del cam-
         bio epocal, no solo contra la clase adversaria sino incluso cuando
         tuvieron que padecer la incomprensión sectaria de su propio bando.
         Y el Che Guevara no vaciló en proclamar con gran claridad su des-
         acuerdo principista con el curso de la acción seguido en la Unión
         Soviética —indicando proféticamente que apuntaba en dirección a
         la restauración capitalista— aunque ese desacuerdo en voz alta aca-
         rreó que se le tildara de hereje y hasta de aventurero. Como lo subra-
         yó Fidel Castro en una entrevista:

             Mi admiración y mi afinidad hacia el Che ha aumentado al ver lo que
         ha pasado en el campo socialista, porque él se oponía categóricamente al
         empleo de métodos capitalistas para la construcción del socialismo… [los
         escritos del Che] tienen un valor enorme y deben ser estudiados, porque
         yo pienso que el empleo de esos métodos y conceptos capitalistas tuvieron
         una influencia alienante en esos países. Yo pienso que el Che tuvo una vi-
         sión profética cuando, ya en aquellos primeros años de los 60, previó todos
         los retrocesos y consecuencias del método que se estaba empleando para
         construir el socialismo en la Europa del Este.12

            De esta manera, después de su muerte las advertencias del Che
         Guevara pudieron ejercer una influencia esencial en el período de
         rectificación de Cuba. Para citar otra vez las palabras apasionadas
         de Fidel Castro:




         12 Fidel Castro, “Entrevista con Tomás Borge” (1992), en Che: A Memoir
         by Fidel Castro, editado por David Deutschmann, Ocean Press, Melbourne
         & New Cork, 2006, pp. 215-216.

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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



                  Habíamos caído en el pantano de la burocracia, del exceso de nómina,
              de normas de trabajo que ya no tenían vigencia, el pantano del engaño, de
              la falsedad. Habíamos caído en una cantidad de malos hábitos que hu-
              bieran consternado al Che. Si al Che le hubiesen dicho alguna vez que un
              día, bajo la Revolución Cubana, habría empresas preparadas para robar
              y aparentar que eran provechosas, el Che se hubiera consternado (…) El
              Che se hubiera consternado si le hubiesen dicho que el dinero, el dinero se
              estaba convirtiendo en la preocupación del pueblo, en su motivación fun-
              damental. Él, que tanto nos advirtió en contra de eso, se hubiera sentido
              consternado.13
                  Los enemigos fascistas de Gramsci querían no solamente “im-
              pedir que su cerebro funcionase durante unos veinte años”, sino
              evitar que ejerciera alguna influencia en la historia. Como sabemos,
              fracasaron en ambos sentidos. Al igual que en el caso del Che Gue-
              vara, sus verdugos —para la época el régimen boliviano, cliente
              del imperialismo norteamericano— intentaron condenarlo al olvi-
              do, tratando de hacer desaparecer para siempre incluso sus restos
              mortales. Hasta en eso fracasaron miserablemente. La influencia
              del Che Guevara está viva hoy día no solamente en Cuba sino por
              todas partes en América Latina —como lo hemos visto testificado
              por uno de los movimientos sociales más importantes de nuestro
              tiempo, el Movimento dos Sem Terra del Brasil— y aun más allá,
              despertando aspiración y solidaridad tanto en las generaciones más
              viejas como en innumerable gente joven a todo lo ancho del mundo.
                 Examinando las décadas más recientes de los desarrollos globa-
              les, el cambio en la relación de fuerzas predominante parecería fa-
              vorecer indudablemente al capital. Ello se debe en gran medida no
              solo a la ignominiosa capitulación de Gorbachov y sus seguidores
              en la Unión Soviética, después de su seguimiento de la estrategia
              totalmente infundada de “reestructurar” el socialismo median-
              te la adopción del “glasnost” y la “perestroika” (que resultaron ser
              la promoción activa de la restauración capitalista, seguida de un


              13 Fidel Castro, “20th Anniversary of the Che’s Death” (8 de octubre de
              1987), en Che: A Memoir by Fidel Castro, ibíd., pp. 194-195.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         derrumbe parecido en la Europa del Este), sino además a una trans-
         formación entreguista similar en los partidos comunistas más gran-
         des de Europa Occidental, notoriamente el francés y el italiano. Así,
         para tomar solamente este último caso precisamente porque alguna
         vez fue el partido socialista en el que militó Gramsci, las estrategias
         proclamadas en alta voz —pero de nuevo totalmente infundadas—
         del “camino italiano al socialismo” y “el gran acomodamiento his-
         tórico” prometían garantizar una futura transformación socialista
         internacional, en la realidad resultaron ser la capitulación incondi-
         cional ante las fuerzas imperialistas del capital internacional, do-
         minadas por los Estados Unidos, bajo la bandera partidista de los
         llamados “Demócratas de Izquierda”.
            Pero cuando vemos lo que ha sido logrado en la realidad, el cua-
         dro luce muy diferente. Y en modo alguno resulta sorprendente
         porque sobre la base de la capitulación no se pueden construir
         resultados perdurables. Como ampliamente lo demuestran los
         anales de la historia social, política y militar, la capitulación no
         puede ser nunca la base de un desarrollo histórico sustentable.
         Ella solo puede proporcionar una ganancia unilateral y el corres-
         pondiente respiro temporal hasta que la próxima ronda de antago-
         nismos irrumpa en el escenario histórico, en escala creciente y por
         lo general imponiéndose con intensidad cada vez mayor. Alguna
         vez se pudo sostener racionalmente que —como lo formuló el ge-
         neral von Clausewitz— la guerra era “la continuación de la política
         por otros medios”. Pero el otro lado de la misma ecuación —que
         concierne a la ineluctable reciprocidad de la política y la guerra—
         jamás fue captada en toda su dimensión en el pasado, porque sus
         trágicas implicaciones para la destrucción total de la humanidad no
         eran claramente visibles. A saber: que la política (basada en los
         antagonismos) era el heraldo de la guerra necesaria porque —en
         vista del carácter de no resueltos de los propios antagonismos— te-
         nía que terminar en la capitulación de uno de los bandos y en la
         definitiva inestabilidad explosiva del respiro obtenido.
            Tan solo una racionalidad sustantivamente fundamentada
         —en contraste con los “acomodamientos” efímeros logrados en
         nombre de cualesquiera “actos equilibradores” impuestos por la

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Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico



              violencia o tácticamente racionalizados— podría mostrar una sa-
              lida de este círculo vicioso, a través de la remoción permanente de
              todas las formas de adversariedad antagónica. El gran desafío
              y la gran carga de nuestro tiempo histórico es que la adversarie-
              dad antagónica debe ser remitida al pasado de manera permanente,
              en aras de dejar atrás también para siempre el ineluctable —y en
              nuestra época ineludiblemente fatal— círculo vicioso de la guerra
              y la política que hemos conocido hasta el presente. Esto significa
              refundar radicalmente la política sobre la base de una racionalidad
              sustantiva e históricamente sustentable, a fin de ser capaces de
              manejar conscientemente todos los asuntos humanos en la reque-
              rida escala global. Es por eso que la institución viable del socialis-
              mo en el disyuntivo siglo XXI apareció en la agenda histórica con
              gran urgencia, imponiendo la necesidad de confrontar las fallas del
              pasado “con implacable escrupulosidad” y explorar todas las vías
              de cooperación positiva, sobre la única base factible de la igualdad
              sustantiva.
                 El derrumbe del sistema de tipo soviético no ha resuelto nada de
              manera perdurable, ni ciertamente tampoco lo ha hecho el colapso
              de algunos de los más grandes partidos comunistas del pasado a
              todo lo largo del mundo. La tentación para que el trabajo siga el ca-
              mino de menor resistencia favoreciendo el orden establecido del
              capital, indudablemente ha jugado, y continúa jugando, un impor-
              tante papel en estos desarrollos. Es así porque el establecimiento del
              orden reproductivo socialista, como alternativa viable al existente,
              constituye una empresa histórica colosal. Pero seguir el camino más
              fácil no va a asegurar el futuro del capital. Porque ese camino es in-
              capaz de producir algo que no sea retribuciones cada vez menores
              para el trabajo, bajo las presentes circunstancias de nuestra crisis
              histórica cada vez más profunda, y en última instancia no le pro-
              ducirá ninguna retribución, por cuanto el orden reproductivo del
              capital está destinado a salirse de control.
                 En lo que atañe a los presuntos éxitos del propio capital en su
              fase histórica de crisis estructural, en realidad vemos a sus países
              dominantes involucrados en guerras genocidas mientras predican
              cínicamente la democracia y la libertad. En verdad, lo que estamos

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         presenciando en el Medio Oriente y en todas partes son conflagra-
         ciones a una escala cada vez más destructiva, en lugar de soluciones
         perdurables a los graves problemas internos e internacionales del
         orden de control del metablismo social del capital.
            Muchos de los logros definitivamente autodestructivos del impe-
         rialismo fueron construidos en el pasado sobre la base del genocidio
         en Norteamérica y Latinoamérica. Hoy la situación es aún más gra-
         ve porque el imperialismo hegemónico global está conduciendo a la
         humanidad hacia su exterminación. Tiene que haber otro camino.
         Los ejemplos de firmeza revolucionaria de Gramsci, Attila József y
         el Che Guevara nos muestran ese camino.

              Rochester, 1º de enero de 2007.




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Presentación14
                 Karl Marx escribió alguna vez que “la teoría (…) se convierte en
              una fuerza material en cuanto se apodera de las masas”.15 Para que
              tal cosa suceda, explica Mészáros en su nuevo libro, la teoría debe
              enfrentar El desafío y la carga del tiempo histórico, captando las
              exigencias humanas de un momento en particular al mismo tiempo
              que se aferra al “carácter radicalmente ilimitado de la historia”.
                 Hoy las concepciones teóricas de Mészáros se convierten cada
              vez más en una fuerza material, al apoderarse de las masas por me-
              dio de innumerables actores histórico-mundiales en el contexto de
              la Revolución bolivariana de la América Latina. Así, un artículo del
              The New York Times del 24 de enero de 2007 se refería a la co-
              nocida “admiración” del presidente venezolano, Hugo Chávez, “por
              István Mészáros, un estudioso marxista húngaro relativamente os-
              curo que argumenta que sí existe una alternativa al capitalismo en
              su libro de mil páginas, Más allá del capital”.
                  Sin embargo, Mészáros está lejos de ser un pensador “relativa-
              mente oscuro”. Nacido en 1930, ingresó en la Universidad de Buda-
              pest en 1949, donde luego se convirtió en el asistente del grandioso
              filósofo marxista del siglo XX, Georg Lukács. Abandonó Hungría
              tras la invasión soviética en 1956 y, finalmente, asumió una cátedra
              de profesor de filosofía en la Universidad de Sussex. Escribió in-
              contables obras filosóficas, político-económicas y culturales, entre
              las que se encuentran libros sobre Marx, Lukács y Sartre. Su La


              14 ¨ Tomado de la edición en portugués: O desafío e o fardo do tempo his-
              tórico: O socialismo no século XXI, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2007.

              15 Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, vol. 3, International
              Publishers, Nueva York, 1975, p. 182.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         teoría de la alienación en Marx, de 1970, ganó el prestigioso pre-
         mio Memorial Isaac Deutscher.
            Fue en su conferencia en memoria de Isaac Deutscher, titulada
         “La necesidad del control social”, y en su prefacio de 1971 a la ter-
         cera edición de La teoría de la alienación en Marx donde Més-
         záros planteó por primera vez la cuestión de la “crisis estructural
         global del capital”.16 Reconociendo la enormidad de los cambios
         que ocurrieron tanto en el interior del capitalismo como en el sis-
         tema poscapitalista soviético, acabó por dejar a un lado las grandes
         obras filosóficas que había venido escribiendo por muchos años (en
         forma de dos libros manuscritos inconclusos, La determinación
         social del método y La dialéctica de la estructura y la historia)
         para concentrarse en los asuntos más urgentes. El resultado fue un
         conjunto de tres obras cruciales: El poder de la ideología (1989),
         Más allá del capital (1995) y El desafío y la carga del tiempo
         histórico.
            El monumental Más allá del capital representó un viraje en el
         desarrollo del pensamiento marxista, un cambio radical de la pers-
         pectiva y un regreso a la comprensión del potencial revolucionario
         del marxismo clásico. Obra de enorme alcance filosófico, político y
         económico, su título refleja un triple objetivo: desarrollar una visión
         que fuese más allá del sistema del capital, más allá de El capital de
         Marx y más allá del proyecto marxista tal y como fue concebido
         bajo las condiciones históricas de los siglos XIX y XX.
            En esa obra se destacan innumerables innovaciones teóri-
         cas importantes: (1) un énfasis en el sistema del capital, es decir
         el dominio del capital arraigado en la explotación de la fuerza del
         trabajo, distinto del orden institucional históricamente específico
         del capitalismo asociado con la propiedad privada de los medios



         16 István Mészáros, The Necessity of Social Control, Merlin, Londres,
         1971. Incluido posteriormente como apéndice en Más allá del capital, Va-
         dell Editores, Valencia-Caracas, 2001. Ver también, de Mészáros, Marx’s
         Theory of Alienation, Merlin, Londres, 1970.


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Presentación



              de producción;17 (2) el tratamiento del sistema del capital como un
              orden de “control metabólico social” en particular, que penetra to-
              dos los aspectos de la sociedad; (3) un análisis de la “activación de
              los límites absolutos del capital”, (4) una crítica de la sociedad pos-
              capitalista, particularmente del sistema soviético, como un orden
              que fracasó en su tentativa de erradicar el sistema del capital en su
              totalidad; y (5) una consideración de las condiciones históricas para
              la plena erradicación del capital, que implica un orden de control
              metabólico social alternativo arraigado en la “igualdad sustantiva”.
                 Daniel Singer sintetiza así las implicaciones revolucionarias de la
              argumentación de Mészáros: “Lo que es preciso abolir no es nada
              más la sociedad capitalista clásica, sino el dominio del capital como
              tal. En efecto, el ejemplo soviético demuestra que no basta con ‘ex-
              propiar a los expropiadores’: hay que extirpar de raíz la dominación
              del trabajo sobre la cual descansa el dominio del capital”.18 Utilizan-
              do una metáfora extraída de la vida de Goethe, Mészáros argumen-
              tó en Más allá del capital que cada piso del edificio que constituye
              el hogar de la humanidad debe ser reconstruido desde los cimientos
              —de modo que al final surja una estructura integralmente nueva—
              mientras a pesar de ello continuará estando habitado por los seres
              humanos. 19
                 Más allá del capital colaboró en la ampliación del alcance de
              la crítica marxista al incluir sólidas nociones de la emancipación

              17 Para Mészáros es esencial reconocer que Marx dirigió su crítica contra
              el capital como una relación social o un sistema de control metabólico social
              omniabarcante, y no simplemente contra el capitalismo como orden insti-
              tucional específico (un modo de producción). En ese sentido, en su visión,
              es lamentable que en la primera traducción inglesa de El capital, bajo la
              supervisión de Engels, se haya traducido el subtítulo del Volumen I como
              “Un análisis crítico de la producción capitalista” en lugar de lo correcto,
              “El proceso de producción del capital”. Ver István Mészáros, Más allá del
              capital, op. cit., p. 1052.

              18 Daniel Singer, “After Alienation”, en The Nation, 10 de junio de 1996.

              19 István Mészáros, Más allá del capital, op. cit. pp. 485, 566.

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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         humana de índole ecológica y con base en los seres humanos, como
         componentes integrantes de la superación del dominio del capital,
         sin los cuales las condiciones necesarias de la igualdad sustantiva y
         del genuino desarrollo sustentable no podrían ser alcanzadas. Más
         que en cualquiera de sus otras obras, destacó la incontrolabilidad
         y el desperdicio del capital. Todo el dominio del capital, argumen-
         ta Mézáros, se aproxima a sus límites absolutos como resultado de
         su creciente incapacidad de eliminar sus contradicciones internas,
         creando así una crisis estructural global del capital.
            En lugar de aceptar la consigna de Margaret Thatcher de que no
         hay alternativa, Más allá del capital insistía en que la única alter-
         nativa viable exigía una transferencia total del control de las manos
         del capital a las manos de los “productores asociados”. El sueño so-
         cialdemócrata de un sistema “híbrido” (una reconciliación del ca-
         pitalismo con el bienestar social) tiene que ser descartado por su
         carácter ilusorio. Incapaz de tocar con sus reformas el metabolismo
         interno del sistema del capital, en todas partes la socialdemocracia
         degeneraba en neoliberalismo o craso capitalismo.
            La naturaleza penetrante del análisis expuesta en Más allá del
         capital se puede observar en el reconocimiento de Mészáros de que
         ya en 1995, Hugo Chávez trazaba en Venezuela el camino alternati-
         vo necesario cuando afirmaba: “El pueblo soberano debe convertir-
         se en el objeto y sujeto del poder. Esa opción no es negociable para
         los revolucionarios”.20 Más tarde, Chávez, ya como presidente de
         Venezuela, se volcaría directamente al análisis de Más allá del ca-
         pital, incorporando a su propia perspectiva la insistencia en la ne-
         cesidad del intercambio comunal de las actividades en oposición al
         trueque de mercancías capitalista. Así, Chávez siguió a Mészáros al
         designar al intercambio comunal como “el punto de Arquímedes”



         20 Hugo Chávez, citado en István Mészáros, Más allá del capital, op. cit.,
         p. 818. Ver también István Mészáros, “Bolívar and Chávez: The Spirit of
         Radical Determination”, Monthly Review, julio-agosto de 2007, Vol.59,
         Nº. 3, pp. 55-84.


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Presentación



              de la transformación social revolucionaria.21 Con el intercambio
              directo entre las naciones en la Alternativa Bolivariana para las
              Américas (ALBA), el surgimiento de los consejos comunales de
              Venezuela, las nuevas Asambleas Constituyentes en Venezuela y en
              Bolivia volcadas a la disolución de la hegemonía política del capital
              trasnacional y a la propagación de las cooperativas de trabajo en la
              revolución latinoamericana en proceso, la dominación casi absoluta
              del trueque de mercancías capitalista va siendo debilitada.
                 El desafío y la carga del tiempo histórico no tiene la intención
              de sustituir a Más allá del capital como la clave indispensable de
              la crítica de Mészáros al capital. Antes bien, los dos libros se sobre-
              ponen y se complementan de innumerables maneras. El desafío y
              la carga del tiempo histórico tiene la ventaja de ser más corto y
              accesible. En ese sentido, el nuevo libro de Mészáros debe ser leí-
              do como una larga introducción o un extenso postscriptum a Más
              allá del capital. Pero es también mucho más que eso. Si el énfasis
              de Más allá del capital recae sobre la crisis estructural global del
              capital y el camino que necesita atravesar la transición socialista,
              El desafío y la carga del tiempo histórico enfoca el propio tiempo
              histórico. Aborda las formas de temporalidad necesarias y el carác-
              ter radicalmente ilimitado de la historia. Este último constituye un
              tema central de La teoría de la alienación en Marx, en el que él
              lo elige como una característica definidora de la visión de mundo
              revolucionaria de Marx.
                 Lo que Mészáros denomina la “decapitación del tiempo” opera
              en todos los planos del sistema del capital. Todos los grandes pen-
              sadores burgueses —como Locke, Smith, Kant y Hegel— apunta-
              ron de diversas maneras al “fin de la historia” identificado con el
              surgimiento del capitalismo. Hoy día percibimos la misma ideo-
              logía del fin de la historia en las concepciones dominantes de la


              21 Michael Liebowitz, Build it Now: Socialism for the Twenty-First
              Century, Monthly Review Press, Nueva York, 2006, pp. 107-108. Cons-
              truyámoslo ahora: socialismo para el siglo XXI, Centro Internacional
              Miranda, Caracas, 2006, p. 105.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         globalización, en las ideas de modernismo/posmodernismo, en el
         incesante mantra neoliberal de que no hay alternativa y en la afir-
         mación de Francis Fukuyama según la cual la caída de la Unión
         Soviética confirmó la antigua visión hegeliana del fin de la historia.
            Ese ilusorio punto final del futuro tiene la intención de raciona-
         lizar como ineludible lo que Einstein criticó en su artículo de 1949,
         “¿Por qué socialismo?” como “la mutilación de los individuos”, que
         él consideraba “el peor mal del capitalismo” y la razón por la cual
         la procura histórica del socialismo era esencial.22 El libre control
         humano del tiempo disponible y minimizado bajo la contabilidad
         del tiempo del sistema del capital, que procura reducir la vida a un
         conjunto de decisiones instantáneas sin límite empeñadas en la
         ampliación de la productividad y las ganancias en beneficio de la
         red de intereses establecidos. Bajo esas condiciones, como observó
         Marx “el tiempo lo es todo, [en tanto que] el hombre no es nada; él
         es, cuando más, un despojo del tiempo”23. La existencia vivida de
         los seres humanos individuales está subordinada a una entidad abs-
         tracta: el acrecentamiento del valor absoluto.
            Así, la “contabilidad truncada del tiempo” del capital tiene sus
         raíces en el acrecentamiento a la enésima potencia de la estricta di-
         visión del trabajo, con exclusión de cualquier otra consideración. El
         sistema del capital contempla las terribles pérdidas humanas, socia-
         les y ecológicas impuestas por su miope procura de la velocidad y la
         cantidad, como meros “efectos colaterales”. Por el contrario, como
         Simón Rodríguez —el gran profesor socialista utópico de Simón
         Bolívar, el Libertador de América Latina— escribió en 1847: “La
         división del trabajo en la producción de bienes sirve apenas para
         brutalizar a la fuerza de trabajo. Si para producir tijeras de uñas que
         sean excelentes y baratas, tenemos que reducir a los trabajadores a
         máquinas, mucho mejor sería si cortásemos nuestras uñas con los


         22 Albert Einstein, “Why Socialism?”, Monthly Review, Vol. 1, Nº. 1,
         mayo de 1949, p. 14.

         23 Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, op.cit., Vol. 6, p.127.


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Presentación



              dientes”.24 Para Mészáros, un énfasis genuino en el autodesarrollo
              de los seres humanos permitiría que la jornada de trabajo normal se
              redujese a veinte horas por semana o menos, al mismo tiempo que
              crearía las condiciones para las relaciones sociales igualitarias.
                 El desafío y la carga del tiempo histórico insiste en que el sis-
              tema del capital es incapaz de elevarse por sobre la perspectiva del
              “corto plazo”. Esa visión se vincula con un triple conjunto de con-
              tradicciones: (1) su “incontrolabilidad” innata, derivada de la natu-
              raleza antagonística de su modo de control metabólico social; (2)
              su incesante dialéctica de competencia y monopolio; (3) su incapa-
              cidad de integrarse políticamente en el plano global, a pesar de sus
              tendencias económicas globalizadoras. Por consiguiente, el sistema
              del capital manifiesta una profunda aversión a la planificación.
                 El resultado es un máximo de despilfarro y destrucción, refor-
              zados por la degradación incesante del trabajo humano, una tasa de
              utilización decreciente, parasitismo financiero acentuado, amenaza
              creciente de aniquilación nuclear, aumento de la barbarie25 y ace-
              leración de la catástrofe económica planetaria. El 19 de octubre de
              1999 Mészáros dictó en Atenas una conferencia pública intitulada
              “Socialismo o barbarie” que más tarde fue ampliada y transforma-
              da en un pequeño libro homónimo, publicado en Grecia y en Italia
              en 2000 y traducido al inglés a comienzos de 2001 (texto que fue


              24 Rodríguez citado en Richard Gott, In the Shadow of the Liberador,
              Verso, Londres, 2000, p. 116.

              25 De acuerdo con el pensamiento socialista inicial, la barbarie no es supe-
              rada plenamente bajo la “civilización” capitalista, sino por el contrario es
              llevada adelante y mejorada, y está asociada particularmente a las formas
              más extremas de explotación y privación de los derechos humanos por me-
              dio de la esclavitud, el trabajo forzado, la brutal subordinación de la mujer,
              las prisiones arbitrarias, las guerras imperiales, el “exterminio de las nacio-
              nes nativas” y la destrucción ambiental. Es a la barbarie en ese sentido la
              que, según Mészáros, el sistema del capital está trayendo de vuelta en una
              escala cada vez mayor. Ver John Bellamy y Brett Clark, “Empire of Barba-
              rism”, en Monthly Review, Vol. 56, Nº 7, diciembre de 2004, pp. 1-15.


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EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI



         incluido como Capítulo 4 en este libro). Argumentaba allí, mucho
         antes de los acontecimientos del 11 de setiembre de 2001, que el
         mundo había entrado en “la fase potencialmente más letal del im-
         perialismo”. Efectivamente, los Estados Unidos están hoy en gue-
         rra con el planeta entero, en una inútil tentativa de convertirse en el
         Estado del sistema capitalista, aun a riesgo de la aniquilación de la
         propia humanidad.26
            El modo alternativo de control metabólico social proporciona-
         do por el socialismo en su forma más revolucionaria-igualitaria,
         explica Mészáros en El desafío y la carga del tiempo histórico,
         requiere de una contabilidad del tiempo enteramente diferente. El
         desarrollo sustentable fundamentado en una “economía nacional”
         resulta imposible fuera de una sociedad de igualdad sustantiva.
         Es necesario un sistema en el que los “productores asociados” se
         conviertan en el sujeto y el objeto de la sociedad, en sincronía con
         el principio formulado con gran elocuencia por Bolívar de que la
         igualdad es “la ley de las leyes”.27 Tal cosa solo se alcanza mediante
         una planificación social abarcante —no prescrita por un mandato
         que parte de lo alto, sino surgida de las necesidades colectivas y
         de la participación democrática más generalizada.28 El objetivo se-
         ría una contabilidad del tiempo radicalmente alterada, volcada al
         desarrollo humano cualitativo que trasciende la disyuntiva actual
         entre necesidad y productividad. Una revolución que se moviese en



         26 Las observaciones de Mészáros acerca de ese aspecto resultan aun más
         notorias si se les compara con los vacíos alegatos sobre el fin del imperia-
         lismo que constituyen el fundamento de Empire, el tan aclamado libro de
         Michael Hardt y Antonio Negri. Ver John Bellamy Foster, “Imperialism and
         ‘Empire’” en Monthly Review, Vol. 53, Nº 7, diciembre de 2001, pp. 1-9.

         27 Simón Bolívar, “Message to the Congress of Bolivia, May 25, 1826”, en
         Selected Works, The Colonial Press, Nueva York, 1951, Vol. 2, p. 603.
         28 Mészáros se basa aquí en Harry Magdoff y Fred Magdoff, “Approaching
         Socialism”, en Monthly Review, Vol. 57, Nº 3, julio-agosto de 2005, pp.
         19-61.


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Presentación



              forma decisiva en esa dirección se convertiría en “históricamente
              irreversible”.
                 No es sorprendente que Mészáros, quien cuando muy joven reci-
              bió inspiración de la poesía de su compatriota húngaro Attila Józ-
              sef, lo cite con frecuencia en su obra y le dedique en parte este nuevo
              libro suyo. Fue József, observa él, quien escribió:

                    Tras los sacerdotes, los soldados
                    y los burgueses
                    al fin nos hemos vuelto fieles
                    oidores de las leyes29

                 Es eso lo que representa el desafío y la carga del tiempo histórico:
              el surgimiento de una nueva fuerza material a medida que la teoría
              se apodera de las masas, que “al fin [se vuelven] fieles oidores de las
              leyes”.

                                                                John Bellamy Foster




              29 “On the Edge of the City”, en Attila József, The Iron-Blue Vault,
              Bloodaxe Books, Newcastle upon Tyne, 1999, p. 100. Trad. al castellano de
              Fayad Jamís.


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Capítulo 1:
              La tiranía del imperativo del tiempo del capital
              1.1. El tiempo de los individuos y el tiempo de la
              humanidad
                 Ningún individuo, y ninguna forma concebible de sociedad en
              la actualidad o en el futuro, puede evadir las determinaciones ob-
              jetivas y la correspondiente carga del tiempo histórico, junto con
              la responsabilidad que obligatoriamente nace de ellas. En términos
              generales, quizás la mayor denuncia en contra de nuestro orden so-
              cial establecido sea la de que degrada la inevitable carga del tiempo
              histórico significativo —el tiempo de vida tanto de los individuos
              como de la humanidad— a tiranía del imperativo del tiempo cosifi-
              cado del capital, sin que importen las consecuencias.
                 El modo de reproducción metabólica social que históricamente
              es el único que puede tener el capital tiene que degradar el tiem-
              po, porque la determinación objetiva más fundamental de su pro-
              pia forma de intercambio humano es la tendencia irreprimible a la
              autoexpansión continua, definida por las características intrínsecas
              de ese modo de intercambio social como la necesaria expansión
              del capital, alcanzable en la sociedad mercantil solamente a través
              de la explotación del tiempo del trabajo. Así, el capital tiene que ser
              ciego ante cualquier dimensión del tiempo que no sea la del plustra-
              bajo y el correspondiente tiempo del trabajo explotables al máximo.
                 Por eso, el capital tiene que borrar de sus ecuaciones todo posi-
              ble valor y significado que surjan potencialmente de las relaciones
              creadas históricamente y no vinculadas de manera directa con el
              imperativo sistémico de la acumulación del capital. Da igual que
              el significado y los valores potenciales involucrados tengan que ver
              con las relaciones personales de los individuos entre sí como indi-
              viduos por separado, o con los grupos sociales de los cuales forman
              parte los individuos en particular, o ciertamente con la humanidad

                                                                                    45




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El desafío y la carga del tiempo histórico tomo1
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  • 1. Tomo [1] CARACAS, VENEZUELA 2009 PReMIO LIBERTADOR alPeNSAMIeNTO CRÍTICO 20o8 PL2009_C1.indd 1 10/07/09 05:02 p.m.
  • 2. El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI Edición cedida por: Vadell Hermanos/CLACSO. Valencia-Venezuela, 2008 © István Mészáros © De la traducción: Eduardo Gasca ©Fundación Editorial El perro y la rana, 2009 Centro Simón Bolívar Torre Norte, piso 21, El Silencio Caracas - Venezuela. Teléfonos: 0212-377-2811 / 0212-808-4986 Correos electrónicos elperroylaranaediciones@gmail.com comunicaciones@elperroylarana.gob.ve editorial@elperroylarana.gob.ve Páginas web www.elperroylarana.gob.ve www.ministeriodelacultura.gob.ve Depósito Legal N° lf 40220098002544 ISBN 978-980-14-0632-7 PL2009_C1.indd 2 10/07/09 05:02 p.m.
  • 3. E l Premio Libertador al Pensamiento Crítico es un reco- nocimiento a la labor reflexiva de autores que han desa- rrollado una visión distinta a la mirada monolítica del pensamiento único. Rinde homenaje a la capacidad de generar ideas heterodoxas, fundando nuevas plataformas para el debate y la discusión de la realidad contemporánea. Nos enlaza con la obli- gación y el placer del pensamiento, fuerza motora de revoluciones e historias. El pensamiento, la capacidad de discernir y penetrar la realidad, ha sido la constante que ha tejido las historias de las culturas y las sociedades. Cada individuo edifica un sistema de ideas a partir de la experiencia del mundo, de la observación, y la reflexión que esta conlleva. Los sistemas de ideas se convierten pronto en el funda- mento de las organizaciones sociales, definiendo nuestro devenir como culturas. El pensamiento es móvil, elástico y perfectible, intrínsecamente lleva la marca de lo plural y dinámico. Por ello, todo pensamien- to debe ser crítico, partir de múltiples lugares y apuntar siempre al cuestionamiento de lo estático e inquebrantable. El pensamiento único o hegemónico es una contradicción desde su origen, intenta abordar la infinita complejidad del mundo y del ser humano desde una única perspectiva, se pierde en una maraña ciclópea de artifi- cios construidos para justificar un fin, generalmente en beneficio de un grupo o una élite en detrimento del resto de la humanidad. Posturas capitalistas, neocoloniales e imperialistas defienden un sistema de ideas unívoco, en donde la alteridad cultural se ve so- metida a iniquidades económicas y políticas. Ante este panorama de larga data, es urgente revalorizar y fomentar la crítica incisiva y rigurosa de los sistemas que han dominado las configuraciones 3 PL2009_C1.indd 3 10/07/09 05:02 p.m.
  • 4. culturales contemporáneas. El análisis minucioso y la concreción de pensamientos en pro de un mejor mundo se explayan en un es- pectro complejo en donde el sujeto es partícipe de los cambios y generador de ideas renovadoras, cobijadas por la pluralidad de las culturas y no ya por un único dominio discursivo. El pensamiento crítico encuentra hoy el tiempo y los lugares para ser emitido, demanda ser escuchado por la mayoría de los pueblos posibles, para impulsar a hombres y mujeres a retomar su propio destino. Por ello, el gobierno de la República Bolivariana de Vene- zuela, en consonancia con las voces levantadas de tantos pueblos explotados y alertas, reconoce con este premio el trabajo teórico de autores que han desarrollado reflexiones críticas y alternativas comprometidas con el presente y el futuro de la humanidad. 4 PL2009_C1.indd 4 10/07/09 05:02 p.m.
  • 5. Veredicto Reunidos en la ciudad de Caracas, a los veintitrés días del mes de junio del año 2009, los jurados del Premio Libertador al Pen- samiento Crítico 2008: Judith Valencia, Theotonio Dos Santos, Renán Vega Cantor, Bernard Duterme y J. A. Calzadilla Arreaza, rendimos homenaje a la fallecida poeta Stefania Mosca, quien ini- cialmente formaba parte del jurado. Luego de debatir sobre las 102 obras presentadas, acordamos por mayoría de votos otorgar el Pre- mio a István Mészáros por su obra El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del siglo XXI (Vadell Hermanos/CLAC- SO. Valencia-Venezuela, 2008). Los jurados queremos poner de relieve la abundante participa- ción de obras que abordan temas cruciales de nuestra contempora- neidad y constata la importancia de los procesos sociales vividos por América Latina en la reflexión crítica y en la producción de un pensamiento emancipatorio anticapitalista. En esta reflexión, pensadores de otras latitudes, como el autor del libro que ha merecido este premio, están generando obras de gran nivel teórico sobre los retos planteados por las propuestas alternati- vas que emergen en la región latinoamericana. La obra premiada constituye la expresión de una corriente teóri- ca de notable valor para el pensamiento crítico y la praxis política actuales. István Mészáros es uno de los principales representantes de la Escuela de Budapest, fundada por el eminente filósofo marxis- ta György Lukács y desde finales de la década de 1950 viene cons- truyendo un corpus teórico innovador, cuya máxima elaboración ha sido su obra Más allá del capital. 5 PL2009_C1.indd 5 10/07/09 05:02 p.m.
  • 6. El desafío y la carga del tiempo histórico: El socialismo del si- glo XXI, es una continuación de su esfuerzo teórico, que estudia las transformaciones experimentadas por el capital, por los movimien- tos sociales, políticos e intelectuales y la lucha por la construcción del socialismo. En este libro, Mészáros reconstruye con lucidez y originalidad el análisis de los procesos de lo que él denomina el “metabolismo social del capital”, abordando sus impactos sobre la supervivencia de la humanidad, la destrucción de la naturaleza, las nuevas formas de alienación, la mercantilización de la educación y la necesidad urgente de un proyecto revolucionario socialista. En consonancia con las anteriores apreciaciones, los jurados de- cidimos otorgar menciones honoríficas a las siguientes obras por su significativo aporte al pensamiento crítico: Domenico Losurdo, El lenguaje del Imperio. Léxico de la ideología americana (Escolar y Mayo Editores. Madrid, 2008); Elisabeth Roig, Magui Balbue- na. Semilla para una nueva siembra (Trompo Ediciones. Buenos Aires, 2008); Diana Raby, Democracia y Revolución: América Latina y el socialismo hoy (Monte Ávila Editores. Caracas, 2008); Claudio Katz, Las disyuntivas de la izquierda en América Latina (Ediciones Luxemburg. Buenos Aires, 2008). Por otra parte, los miembros del jurado hemos considerado que ciertos libros presentados merecen una amplia difusión por su con- tribución pedagógica y didáctica para quienes busquen iniciarse en el cauce del pensamiento crítico. Por esta razón, recomenda- mos a los organizadores del Premio Libertador que promuevan la divulgación de los siguientes libros: Diego Guerrero, Un resumen completo de El Capital de Marx (Maia Ediciones. Madrid, 2008); José Bell Lara, La integración latinoamericana. Un camino in- concluso (Ediciones Ántropos. Bogotá, 2008); Hugo E. Biagini y Arturo A. Roig (directores), Diccionario del pensamiento alterna- tivo (Red de Editoriales Universitarias Nacionales. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2008); Luz María Martínez Montiel, Africanos en América. (Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2008). De igual modo, la importancia del rescate de la memoria del período de terrorismo de Estado en América Latina, nos permite 6 PL2009_C1.indd 6 10/07/09 05:02 p.m.
  • 7. destacar la relevancia del libro en tres tomos: Álvaro Rico (coordi- nador), Investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado en el Uruguay (1973-1985) (Universidad de la Repúbli- ca Oriental del Uruguay. Montevideo, 2008). Recomendamos que este trabajo forme parte de una documentación más amplia sobre los crímenes de Estado. Finalmente, considerando la importancia de este premio para el avance de las transformaciones que hemos señalado, proponemos la realización de seminarios en torno a la obra premiada en cada edi- ción del Premio Libertador, con el objeto de profundizar y difundir el pensamiento crítico de nuestro tiempo. Judith Valencia Theotonio Dos Santos Renán Vega Cantor Bernard Duterme J. A. Calzadilla Arreaza 7 PL2009_C1.indd 7 10/07/09 05:02 p.m.
  • 8. PL2009_C1.indd 8 10/07/09 05:02 p.m.
  • 9. A la memoria de Antonio Gramsci (1891-1937), Attila József (1905-1937) y Che Guevara (1928-1967) PL2009_C1.indd 9 10/07/09 05:02 p.m.
  • 10. PL2009_C1.indd 10 10/07/09 05:02 p.m.
  • 11. Ni Dios ni la mente, sino el carbón, el hierro y el petróleo, la materia real nos ha creado, echándonos hirvientes y violentos, en los moldes de esta sociedad terrible, para afincarnos, por la humanidad, en el eterno suelo. Tras los sacerdotes, los soldados y los burgueses al fin nos hemos vuelto fieles oidores de las leyes: por eso el sentido de toda obra humana zumba en nosotros como el violón profundo Attila József PL2009_C1.indd 11 10/07/09 05:02 p.m.
  • 12. PL2009_C1.indd 12 10/07/09 05:02 p.m.
  • 13. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico 1. Este libro está dedicado a la memoria de tres grandes seres hu- manos del siglo XX: Antonio Gramsci, Attila József y el Che Guevara: a los setenta años de la trágica muerte de los dos prime- ros, y a los cuarenta de la del tercero. Porque, contra viento y marea, en indoblegable desafío de las trágicas consecuencias que habían de padecer, afrontaron el reto constante de una época desgarrada por una sucesión de crisis extremas, y sobrellevaron hasta los últimos límites la carga de su tiempo histórico; el tiempo en el que se vieron confinados por las circunstancias más desfavorables, a las que sin embargo fueron capaces de superar gracias a su dedicación ejem- plar y al largo alcance de su visión, en dirección a la perspectiva adoptada a conciencia del único futuro viable para la humanidad —el socialismo— que ellos propugnaron apasionadamente. Gramsci, József y el Che Guevara fueron grandes testigos de la cada vez más profunda crisis del orden social del capital durante el transcurso del siglo XX. Tuvieron plena consciencia de la in- tensidad sin precedentes de esa crisis, que comenzaba a amenazar a la supervivencia misma de la humanidad. Primero, mediante el violento intento fascista y nazifascista por redefinir las relaciones internacionales del poder político/militar, y más tarde, en los años finales del Che Guevara, mediante el nuevo designio agresivo de dominar el orden mundial sobre una base de carácter permanente, a través del imperialismo hegemónico global de los Estados Unidos de Norteamérica. Los tres se dieron cuenta con absoluta claridad de que tan solo la transformación social más radical, que instituyera un verdadero cambio epocal, podría ofrecer una salida para la peligrosa suce- sión de crisis que caracterizaron al siglo XX en su totalidad. Dicho 13 PL2009_C1.indd 13 10/07/09 05:02 p.m.
  • 14. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI cambio epocal se hacía necesario puesto que el orden establecido continuaba generando la destrucción a todo lo ancho del mundo, sin que se avistara algún punto final del devastador choque de intere- ses. Ni siquiera el espantoso derramamiento de sangre de las dos guerras mundiales parecía poder establecer una mínima diferencia para los antagonismos fundamentales. Resultaba completamente irónico, si no algo peor, que los de- fensores del orden dominante prometiesen en medio de la primera “Gran Guerra” que los sacrificios que en ella se padecían estaban destinados “a terminar con todas las guerras”. Pues muy pronto es- tuvieron en marcha los más siniestros preparativos para una con- frontación aún más destructiva, cobrando fuerzas durante la secuela de la “Gran Crisis Económica Mundial” de 1929-1933. Las parcia- lidades rivales abordaban tales preparativos como autoengañado- ra garantía contra la posibilidad de hundirse dentro de otra crisis económica global. La lógica perversa del capital les imposibilitaba comprender las desastrosas implicaciones a largo alcance del rum- bo de acción que tan ciegamente seguían. Indudablemente, los preparativos para la nueva guerra dieron sus frutos muy pronto, y reventaron en 1939 en un conflicto armado global que duró seis años. Poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos de Norteamérica se encami- naban, de hecho, hacia otra grave recesión, a pesar de los intentos remediales que perseguía el New Deal de Roosevelt. Pero su activo involucramiento industrial y militar en la guerra rápidamente invir- tió esa tendencia, y trajo consigo una expansión económica antes inimaginable. Sin embargo, el surgimiento de los Estados Unidos luego de la guerra como la potencia económica ostensiblemente más poderosa no resolvió ninguna de las fatales contradicciones del sistema del capital. Tan solo le proporcionó a los Estados Unidos la avasallante ventaja de asumir, en su debido tiempo y de una forma u otra, el papel de la dominación imperialista que anteriormente ejer- cieron el imperio colonial inglés y el francés, relegando al olvido, al mismo tiempo, a las potencias coloniales menores, la portuguesa y la holandesa. Así, bajo la premisa definitivamente falsa del final del imperialismo y el pretendido inicio de la nueva era de la democracia 14 PL2009_C1.indd 14 10/07/09 05:02 p.m.
  • 15. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico y la libertad universalmente beneficiosas y a la vez totalmente equi- tativas, el país con el más enorme arsenal de destrucción militar, ca- paz de exterminar fácilmente a la humanidad en cuestión de horas, proclamó su derecho a dominar el mundo, al principio en el llamado “siglo de Norteamérica”, el XX, y después anunció incluso su firme determinación de regir durante toda la duración del autodecretado “milenio de Norteamérica” que nos aguarda. Gramsci y József murieron mucho antes de que los Estados Uni- dos hubiesen asumido el papel del hegemón imperialista global. Pero el Che Guevara ya había seguido con pasión y perspicacia el desarrollo de la guerra de Vietnam, que apuntaba hacia esa direc- ción. Porque en dicha guerra los Estados Unidos de Norteamérica trataron de imponer su avasallante poderío militar sobre el área que una vez dominaron los franceses, con la intención de establecer así una cabeza de puente inexpugnable para sus futuras aventuras al servicio de la dominación global. Formaba parte del mismo desig- nio imperial en el que los Estado Unidos están involucrados hoy día en el Medio Oriente, amenazando con extender su agresión militar en el futuro “indefinido”, como ellos dicen, también contra los paí- ses que arbitrariamente denuncian como “el eje del mal”, siempre y cuando ese tipo de acción pueda estar acorde con su conveniencia “prioritaria”, amenazando en aras de ese fin también con el empleo —autocalificado como “moralmente justificado”— de armas nu- cleares en contra incluso de potencias no nucleares. 2. El Che Guevara comprendió muy bien que la cuestión literaria- mente vital no era simplemente cuál país en particular estaba tratan- do de imponerle a la humanidad los sufrimientos y sacrificios más horrendos bajo las circunstancias históricas prevalecientes. Porque en ese respecto el papel de agresor podía ser transferido de la derro- tada Alemania nazi de Hitler al victorioso antagonista capitalista, los Estados Unidos de Norteamérica. El punto realmente decisivo no eran algunas contingencias históricas, intercambiables y a ve- ces hasta reversibles, sino las necesidades estructurales subya- centes. En otras palabras, el factor decisivo crucial era la naturaleza 15 PL2009_C1.indd 15 10/07/09 05:02 p.m.
  • 16. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI incorregible del control sociorreproductivo del capital, que no podía hallarles ninguna solución a sus propios antagonismos sistémicos insuperables. Por consiguiente, bajo las condiciones del desarrollo imperialista monopólico la potencia avasalladoramente dominante —si no esta en particular entonces cualquier otra— tenía que tratar de imponer su poderío (de ser necesario, en la forma más violenta, haciendo caso omiso de las consecuencias) sobre sus adversarios reales o potenciales. Por eso en la visión del Che Guevara la lucha contra el imperialis- mo norteamericano —en la que sacrificó heroicamente su vida— re- sultaba inseparable del empeño irreductible por establecer un nuevo orden social positivamente sustentable e históricamente viable, a una escala global. Era la única vía factible de afrontar el desafío de nuestro tiempo histórico, aceptando la carga de la responsabilidad que de él surgía. Porque solamente el basamento positivo del nuevo orden social visualizado podía proporcionar la garantía necesaria en contra del renacer de nuevos antagonismos, más destructivos in- cluso, en el futuro. Así que, definitivamente, no había tiempo que perder. La exigente tarea de echar las bases positivas para ese orden social genuinamente cooperativo, combatiendo la proliferante difu- sión de antivalores por parte del orden social establecido, tenía que iniciarse de una vez en el presente, con plena consciencia del hecho de que en este momento peligroso de la historia lo que está en juego es nada menos que la supervivencia de la humanidad. En ese espíritu, y haciendo un llamado a nuestra consciencia de la humanidad, el Che Guevara se dirigía así al pueblo, en sus años en Cuba: Es necesario tener una gran devoción por la humanidad, un gran senti- do de la justicia y la verdad, para no caer en los dogmatismos extremos, en los fríos escolasticismos, en el aislamiento de las masas. Es necesario lu- char cada día a fin de transformar ese amor activo por la humanidad en hechos concretos, en acciones que sirvan como ejemplos movilizadores.1 1 Epígrafe escogido significativamente por el MST (Movimiento de los Sin Tierra brasileño) para su “Agenda 2004”, en el año de su 20º aniversario. 16 PL2009_C1.indd 16 10/07/09 05:02 p.m.
  • 17. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico El Che Guevara compartió plenamente con Gramsci y József la línea de enfoque que aseveraba la necesidad vital de mantener un compromiso intenso con los valores perdurables de la humanidad, bajo las circunstancias de una barbarie cada vez más abiertamente amenazadora. En tiempos de Gramsci, los promotores de la surgen- te amenaza fascista no solo denunciaron repetidas veces en público al destacado dirigente político italiano, que elevó apasionadamente su voz en nombre de la humanidad en contra del fascismo, sino que lo sometieron cruelmente a prisión durante los mejores años de su vida, hasta convertirlo en moribundo. Para la época de su encarcelamiento, el procurador fascista italia- no, inspirado por Mussolini —antes editor del periódico socialista y ahora renegado— escribía con brutal cinismo: “Debemos impe- dir que su cerebro funcione durante unos veinte años”. 2 Espe- raban destruir el espíritu de Gramsci y de esa manera imposibilitar la difusión de sus ideas. Por el contrario, bajo las circunstancias de increíble dureza, privaciones y hasta una fuerte enfermedad padeci- das en la cárcel de Mussolini, Gramsci produjo sus Cuadernos de la prisión, una obra magnífica cuya influencia perdurará por muy largo tiempo. Ciertamente, lo hará hasta que podamos decir que el poder del capital quedó irremediablemente relegado al pasado, en el espíritu de lo que previó Gramsci. En el mismo período en el que Gramsci tuvo que confrontar y soportar las bestialidades del fascismo, también el poeta húngaro Attila József —que percibió con su visión profunda y perspicaz las devastadoras perspectivas de la aventura militar global nazi que se avecinaba— había colocado en el centro de varios de sus grandes poemas su preocupación apasionada por el destino de la humani- dad, tratando de hacer sonar la alarma en contra de la barbarie en pleno desarrollo, subrayando que nueva infamia se levanta 2 “Per vent’anni, dobbiamo impedire a questo cervello di funziona- re”. Tomado del Memorando del Procurador fascista, de fecha 2 de junio de 1928. 17 PL2009_C1.indd 17 10/07/09 05:02 p.m.
  • 18. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI para hacer a las razas enfrentarse entre sí. La opresión grazna en escuadrones, aterriza sobre el corazón viviente, como sobre carroña, y la miseria se babea a lo largo del orbe, como la saliva en el rostro de los idiotas. 3 Y en un poema dedicado a Thomas Mann, que en ese momento leía de su propia obra en un acto público en Hungría, József escribió: Al pobre Kosztolányi4 enterramos ayer y, como abrió en su cuerpo el cáncer un abismo, Estados-Monstruo roen sin tregua al humanismo. ¿Qué más vendrá, inquirimos —las almas de horror plenas— de dónde nos azuzan nuevas ideas-hienas? ¿Hierven nuevos venenos que quieren infiltrarnos? ¿Y hasta cuándo habrá un sitio en que puedas hablarnos?5 Los apologistas del capital hacían —y continúan haciéndolo— todo cuanto podían a fin de anular la consciencia que tiene el pueblo de su tiempo histórico, con la intención de eternizar su sistema. Solo aquellos que tienen un vital interés en la institución de un orden so- cial positivamente sustentable, y por lo tanto en asegurar la supervi- vencia de la humanidad, pueden apreciar realmente la importancia del tiempo histórico en esta coyuntura crítica del desarrollo social. Gramsci, en el tiempo en que ya estaba gravemente enfermo en pri- sión, seguía repitiendo: “El tiempo es la cosa más importante; es 3 Attila József, Ös patkány terjeszt kórt miköztünk (La rata primitiva difunde la peste entre nosotros) 1937. 4 Dezsö Kosztolányi, importante poeta húngaro (1885-1936) muerto de cáncer hacía poco tiempo. 5 Thomas Mann üdvözlése (Saludo a Thomas Mann), 1937. El texto cita- do aparece en español en el original. Traducción de Fayad Jamís. 18 PL2009_C1.indd 18 10/07/09 05:02 p.m.
  • 19. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico un simple seudónimo de la vida”. 6 Los defensores del orden do- minante jamás podrán entender el significado de sus palabras. Para ellos el tiempo no puede tener más que una dimensión: la del eter- no presente. El pasado para ellos no es sino la proyección hacia atrás y la justificación ciega del presente establecido, y el futuro es tan solo la extensión eterna del “orden natural” del aquí y el ahora, tan contradictoria en sí misma. No importa cuán destructivo, y tam- bién autodestructivo, resulte ser ese “orden natural” que encierra la insensata conseja reaccionaria, constantemente repetida, según la cual “no hay alternativa”. Aviesamente, se supone que a eso se re- duce el futuro. 3. Si el pueblo en general aceptase realmente esta concepción del tiempo apologética del capital, inevitablemente se hundiría en el abismo del pesimismo sin fondo. Gramsci, incluso cuando sufría personalmente el mayor de los padecimientos, y al mismo tiempo percibía la catástrofe nazifascista para la humanidad a la vuelta de la esquina, se negaba terminantemente a ceder ante el pesimismo total. A pesar de los nubarrones tan oscuros que cubrían el hori- zonte, rechazó vigorosamente la idea de permitir que la voluntad humana se viese sometida por el pesimismo, sin importar cuán desfavorables pudiesen resultar las situaciones y las circunstancias visibles, que sin duda lo eran en ese momento. Adoptó como una de sus máximas las palabras de Romain Rolland, que hablaba de “El pesimismo del intelecto y el optimismo de la voluntad”. 7 La convicción de Gramsci, que predicaba el “optimismo de la vo- luntad”, representaba y representa la irreprimible determinación de una fuerza social radical de sobreponerse a las tendencias de desa- rrollo destructivas, inspirada por una visión sustentable del futuro y 6 “Il tempo é la cosa piú importante: esso é un semplice pseudonimo de- lla vita”. Giuseppe Fiori, Vita di Antonio Gramsci, Editori Laterza, Bari, 1966, p. 324. 7 “Il pesimismo dell’intelligentzia e l’ottimismo della volontà”. G. Fiori, ibíd., p. 323. 19 PL2009_C1.indd 19 10/07/09 05:02 p.m.
  • 20. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI en desafío de la relación de fuerzas existente. Las “personificacio- nes del capital” se sienten más que contentas de glorificar un eter- no presente “sin alternativas”, en el autoengaño de que —tan solo porque con todos los medios a su disposición ellas constituyen la sociedad dominante— el proceso histórico como tal ya ha finali- zado. Hasta llegan a pontificar acerca del feliz “fin de la historia” neoliberal, en fabricaciones de propaganda seudoacadémicas vasta- mente promocionadas, à la Fukuyama, predicándose ilusoriamente a sí mismas —las personificaciones— la consumación de la histo- ria, para siempre libre de conflictos, a la vez que andan en procura de guerras genocidas. Sin embargo, el tiempo de los oprimidos y los explotados, con su vital dimensión de futuro, no puede ser eliminado. Posee su propia lógica de desarrollo, como el irreprimible tiempo histórico de nuestra era de hacer o romper. Solo la destrucción total de la humanidad podría ponerle un final. Este tiempo potencialmente emancipador es inseparable del sujeto social capaz de afirmar, a tra- vés de su lucha, el “optimismo de la voluntad” de Gramsci, a pesar de toda la adversidad. Es este el tiempo histórico real del presente y el futuro que aparece en uno de los poemas de József: El tiempo está levantando la niebla, y podemos divisar mejor nuestra cima. El tiempo está levantando la niebla, lo hemos puesto de nuestra parte, lo hemos puesto de nuestro lado en la lucha, con nuestras reservas de miseria.8 Nada ni nadie puede someter o destruir a este tiempo que ayuda a hacer que los explotados y los oprimidos cobren consciencia de los perfiles de una sociedad futura radicalmente diferente. No pue- de haber ilusiones en cuanto a la ardua ascensión que es necesario emprender si queremos alcanzar la cima en cuestión porque el inhu- mano, alienante y unidimensional tiempo presente del orden socio- rreproductivo del capital mantiene todavía el control de la situación. 8 Attila József, Szocialisták (Socialistas), 1931. 20 PL2009_C1.indd 20 10/07/09 05:02 p.m.
  • 21. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico Así lo describe Attila József con gran fuerza evocativa en otro de sus poemas: Este tiempo presente es el de los generales y banqueros. Frío, forjado, relumbrante cuchillo-tiempo. El cielo chorreante está blindado. La helada perfora hiende el pulmón y el pecho desnudo detrás de los harapos. En piedra de amolar chirría el tiempo. Detrás del tiempo ¡cuánto pan silencioso y frío! y cajas de hojalata, y un montón de cosas heladas. Escaparate-vidrio-tiempo. Y los hombres gritan: ¿Dónde está la piedra? ¿Dónde el escarchado pedazo de hierro? ¡Arrójaselo! ¡Hazlo trizas! ¡Penetra! ¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! ¡Qué tiempo! 9 Pero sea como sea, al “eterno presente” del capital, junto con su “escaparate-vidrio-tiempo” helado, no les será posible barrer con la aspiración de la humanidad de establecer un orden social histórica- mente sustentable mientras todavía existen la opresión y la explota- ción en el mundo. Para el momento en que los hayamos consignado irremediablemente al pasado en nuestro mundo, como lo serán si la humanidad ha de sobrevivir, el sistema del capital no será más que un mal recuerdo. 4. El capital no puede tolerar ninguna limitación a su propio modo de reproducción metabólica social. En consecuencia, las 9 Attila József, Fagy (Helada), 1932. El texto citado aparece en español en el original. Traducción de Fayad Jamís. 21 PL2009_C1.indd 21 10/07/09 05:02 p.m.
  • 22. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI consideraciones acerca del tiempo le resultan totalmente inadmi- sibles si ellas exigen alguna restricción de su incontrolable impera- tivo de expansión del capital. Para ese imperativo no puede existir ninguna exención. Ni siquiera cuando las consecuencias devastado- ras ya son flagrantemente obvias tanto en el campo de la producción como en el terreno de la ecología. La única modalidad del tiempo en el que el capital pudiese estar interesado es el tiempo de trabajo explotable. Este sigue siendo el caso, incluso cuando la implacable explotación del trabajo se torna en anacronismo histórico gracias al desarrollo potencial de la ciencia y la tecnología al servicio de las necesidades humanas. Sin embargo, puesto que el capital no puede contemplar esa alternativa, porque procurarla requeriría trascender las limitaciones estructurales fetichistas de su propio modo de ope- ración, el capital se convierte en el enemigo de la historia. Esa es la única manera como el capital puede pretender zafarse de su situa- ción de anacronismo histórico. Así, el capital debe negar y excluir a la historia en su visión del mundo, de manera que no es concebible que surja siquiera la cues- tión de alguna alternativa histórica a su propio dominio, por anacró- nico y peligroso que pueda resultar su control de la reproducción social —explotador del trabajo— que está, a pesar de todos los mi- tos que se construyen desde su seno, muy lejos de ser económica- mente eficiente. Pero el problema radica en que la negación de la historia por parte del capital no es un ejercicio mental ocioso. Cons- tituye un proceso práctico letal de acumulación de capital acrecen- tada, con la concomitante destrucción en todos los campos, no solo en el plano militar. Como sabemos, en la fase ascendente de su desarrollo el sistema del capital fue enormemente dinámico y de muchas maneras tam- bién positivo. Solo con el transcurso del tiempo —que objetivamen- te trajo consigo la intensificación de los antagonismos estructurales del sistema del capital— se transformó en una peligrosa fuerza re- gresiva. Si, no obstante, el orden reproductivo dominante carece de sentido del tiempo histórico, como resulta ser el caso hoy, ocurre que tampoco puede percibir siquiera la diferencia, por no hablar de 22 PL2009_C1.indd 22 10/07/09 05:02 p.m.
  • 23. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico hacer los ajustes necesarios de acuerdo con las condiciones que han cambiado. La negación de la historia es el único curso de acción factible, inseparable de la ceguera del capital ante el futuro dolorosamen- te tangible que hay que encarar. Es por eso que el capital no tiene otra alternativa que atropellar al tiempo histórico. Su brutal conseja de que “no hay alternativa” constituye tan solo una variante propa- gandística de la negación general de la historia que se corresponde con la naturaleza más recóndita del capital en la presente etapa de nuestro desarrollo histórico. Esta determinación del capital no fue siempre el caso, pero ha llegado a serlo, inalterablemente. Así, la única manera que tiene el capital para relacionarse con la historia en nuestro tiempo es atropellarla violentamente. Tenemos aquí una obvia combinación de contingencia histórica y necesidad estructural. Si la humanidad tuviese una “infinidad de tiempo” a su disposición, entonces no sería posible hablar de “atro- pello del tiempo por parte del capital”. La infinidad del tiempo no podría ser atropellada por ninguna fuerza histórica dada. Bajo tales circunstancias la “expansión del capital” sería un concepto cuanti- tativo inofensivo, sin ningún final a la vista. Pero la humanidad no posee infinidad de ninguna cosa a su disposición, como lo presu- men absurdamente las personificaciones interesadas del capital, y mucho menos de infinidad de tiempo. Además, hablar de una infi- nidad de tiempo histórico humano constituiría una incongruencia grotesca. Solo la más insensible de las fuerzas, desprovista de toda con- sideración humana, podría ignorar las limitaciones del tiempo. Es esto lo que presenciamos hoy día de modo característico. Resulta ser nuestra contingencia histórica determinada lo que activa los in- traspasables —absolutos— límites estructurales del capital. Lími- tes estructurales absolutos del sistema del capital que se vuelven determinaciones destructivas propensas a bloquear el futuro de la humanidad. En esta coyuntura de la historia el capital no puede ser en modo alguno diferente de lo que realmente es. Es así como la ne- cesidad estructural del capital se fusiona devastadoramente con su contingencia histórica ignorada de manera brutal (pero totalmente 23 PL2009_C1.indd 23 10/07/09 05:02 p.m.
  • 24. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI en vano). Ello es así precisamente porque el capital no tiene, y no puede tener, la consciencia del tiempo histórico. Solamente los sis- temas de reproducción estructuralmente ilimitados pueden tenerla. En consecuencia, no puede haber escape de esta destructiva trampa para la humanidad si no le arrancamos al sistema del capital mismo su control del proceso metabólico social al que se ha aferrado por tan largo tiempo. En el mismo poema del que se tomó el epígrafe de este libro, At- tila József llama nuestra atención hacia la carga del tiempo histórico y a la tremenda responsabilidad inseparable de esta. Habla de los seres humanos que deben enfrentar el gran desafío social e históri- co de nuestra época como “fieles oidores de las leyes”, subrayando que solo de esa manera podemos calificar como dignos depositarios del mandato que no ha sido legado en el desarrollo histórico de la humanidad. Está plenamente consciente, como hay que estarlo defi- nitivamente, tanto de la continuidad histórica sobre la cual podemos construir nuestro futuro como de las diferencias vitales que debe- mos instituir y consolidar debidamente en el proceso progresivo de la transformación cualitativa. Estas son las palabras de József: la materia real nos ha creado, echándonos hirvientes y violentos, en los moldes de esta sociedad terrible, para afincarnos, por la humanidad, en el eterno suelo. Tras los sacerdotes, los soldados y los burgueses al fin nos hemos vuelto fieles oidores de las leyes: por eso el sentido de toda obra humana zumba en nosotros como el violón profundo 10 10 Attila József, A város peremén (Al borde la ciudad), 1933. Traducido por Fayad Jamís. 24 PL2009_C1.indd 24 10/07/09 05:02 p.m.
  • 25. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico El requerimiento vital de ser “fieles oidores de las leyes” en el que hace hincapié József no se refiere simplemente a las leyes he- chas por los hombres. Representa sobre todo la ley absolutamente fundamental de la relación de la humanidad con la propia natura- leza: el objetivo substrato de nuestra existencia misma. Este tie- ne que ser el fundamento definitivo de todo el sistema de las leyes humanas. Sin embargo, es la relación que está siendo violada por el capital en nuestra época de todas las maneras posibles, haciendo caso omiso, irresponsablemente, de las consecuencias. No se nece- sita ninguna visión profética para comprender que la violación im- placable del basamento natural de la existencia humana no puede continuar indefinidamente. 5. Sin duda, las leyes hechas por el hombre están muy involucradas en el proceso destructivo general. El llamado de József a nuestro sentido de la necesidad ineludible y la responsabilidad consciente —que exigen que seamos fieles oidores de las leyes— las abarca también. Todo es cuestión de la prioridad, y concierne a la relación entre lo absoluto y lo relativo. Debería resultarnos perfectamente obvio cuál de los dos deberá tener la prioridad. Podemos invertir su relación —absolutizando lo relativo irresponsablemente, y re- lativizando lo absoluto imprudentemente— solo a nuestro propio riesgo. Sin embargo, el capital siempre operó sobre la base de esa inver- sión. Podría decirse que el capital es “daltónico” en ese respecto. A causa de su naturaleza más profunda no podía operar de otro modo que trastocando esa relación vital. Porque el capital siempre se auto- definió como lo absoluto, y a cualquier otra cosa, en relación con su autodeterminación primaria, como lo relativo dependiente y pres- cindible. Ciertamente, en un sentido positivo —en la medida en que tal cosa se pudo hacer sin consecuencias negativas— ese modo de operación fue siempre el secreto de su dinamismo y éxito incompa- rables, barriendo con cuanto pudiese atravesarse en su camino. 25 PL2009_C1.indd 25 10/07/09 05:02 p.m.
  • 26. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI Más aún, de cara a ello parece no haber ninguna razón para que no tenga que ser así. En principio no hay nada absolutamente re- prensible en torno a la destrucción de determinadas partes o for- mas de la naturaleza mediante su transformación en alguna otra cosa, incluso si se trata de la combustión o los productos de dese- cho. Está ocurriendo en la propia naturaleza, de una u otra manera, todo el tiempo. El punto es, sin embargo, que para el momento en que el capital, con su dinamismo irrefrenable que todo lo invade con enorme facilidad, apareció sobre el escenario histórico, el margen de seguridad para su impacto objetivo sobre la naturaleza —inde- pendientemente de la magnitud de la destrucción generada por su profusa intervención directa en el proceso del metabolismo— era tan inmenso que las implicaciones negativas no parecían establecer ninguna diferencia. Las cosas resultaron así simplemente porque el “momento de la verdad” —que necesariamente nace del inter- cambio entre la finitud de nuestro mundo natural y cierto tipo de control reproductivo (inalterablemente depilfarrador)— todavía estaba muy lejos de estar tocándonos la puerta. Fue eso lo que les produjo a los autocomplacientes economistas liberales, incluso en el siglo XX, la asombrosa ilusión de que su sistema calificaría para siempre para la pomposa caracterización de la “destrucción productiva” (Schumpeter), cuando en realidad ya se estaba viendo cada vez más peligrosamente infestado por su irreversible tenden- cia a la producción destructiva. Como todos los valores, la productividad y la destrucción adquie- ren su significado solo en el contexto humano, en la relación lo más estrecha posible con las condiciones históricas pertinentes. Lo que convierte a la destrucción de la naturaleza que hoy presenciamos en un proceso irremediablemente negativo —y a la larga catastró- ficamente negativo— es su impacto definitivo sobre la vida huma- na en sí misma. Es por eso que, bajo las circunstancias de nuestro tiempo, la absolutización que hace el capital de lo relativo creado históricamente —su propia esencia— y la implacable relativiza- ción de lo absoluto (la base natural de la vida humana como tal) resulta mucho peor que jugar a la ruleta rusa. Porque trae consigo la 26 PL2009_C1.indd 26 10/07/09 05:02 p.m.
  • 27. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico certeza absoluta de la autodestrucción de la humanidad, en el caso de que al proceso de reproducción metabólica del capital, en pleno desarrollo, no se le ponga un final bien preciso en el futuro cercano, mientras haya tiempo todavía para hacerlo. El trastrocamiento por parte del capital de la relación objetiva entre lo absoluto y lo relati- vo está conduciendo a la humanidad en la dirección opuesta, sin ni siquiera concedernos la remota posibilidad de tirar del gatillo de la pistola de la ruleta rusa unas cuantas veces, antes del tiro fatal esta- dísticamente probable. Una vez más podemos ver aquí la peligrosa combinación de la contingencia histórica y la necesidad estructural. El amplísimo margen de seguridad original ha desaparecido para siempre. Nuestra contingencia histórica dada ha activado irreversiblemen- te y con creces los límites estructurales del capital, tornándolos en determinaciones inmensamente destructivas propensas a bloquear el futuro. La necesidad estructural del sistema y la voraz destructi- vidad establecidas están ahora irresolublemente fusionadas con su contingencia histórica que es anacrónica, pero el capital no puede admitirlo porque continúa negando la posibilidad de ser histórica- mente superable desde la altura de su ficticia autoabsolutización. El imperativo de instituir un sistema sociorreproductivo ilimita- do en el futuro previsible surge de esas condiciones. No hace falta decirlo: no puede existir un futuro sin seguir fielmente las leyes. Pero para poder hacerlo habrá que establecer la adecuada prioridad en nuestro sistema general de leyes. Las leyes del capital están basa- das siempre sobre la falsa prioridad de invertir la relación entre lo absoluto y lo relativo, en aras de absolutizar su propio dominio aun a costa de la destrucción de la naturaleza, del mismo modo como el capital tenía —y tendrá siempre— que negar su determinación histórica a fin de eternizar su propia dominación del proceso meta- bólico social. La humanidad jamás necesitó poner una atención más fiel a la observancia de las leyes que la exigida hoy en esta coyun- tura crucial de la historia. Pero las leyes en cuestión han de ser re- hechas radicalmente: poniendo en armonía totalmente sustentable las determinaciones absolutas y relativas de nuestras condiciones 27 PL2009_C1.indd 27 10/07/09 05:02 p.m.
  • 28. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI de existencia, de acuerdo con el reto ineludible y la carga de nuestro tiempo histórico. 6. El siglo XX fue testigo no solo del primer intento importante de establecer una sociedad poscapitalista, sino también del derrumbe de ese tipo de sociedad, tanto en la Unión Soviética como en todo el resto de la Europa del Este. Para sorpresa de nadie, los defensores a ultranza del orden social del capital celebraron ese derrumbe como el saludable retorno a su orden “natural” luego de una desviación errática. Tuvieron las agallas de pretender ahora la permanencia ab- soluta de las condiciones establecidas, sin importar todas las pertur- badoras señales de inestabilidad peligrosa, y haciendo caso omiso de las crisis económica y ecológica cada vez más profundas y de la guerra más o menos permanente que es endémica de su sistema. Resultaría extremadamente ingenuo imaginar que el cambio de un orden metabólico social del capital a una alternativa histórica- mente viable pueda tener lugar sin contradicciones e incluso re- caídas penosas. Porque ninguna transformación social en todo el transcurso de la historia humana requirió de un cambio cualitativo que se le pueda comparar remotamente. Es así no solo a causa de la escala y la magnitud casi prohibitivas de la tarea, que involucra a una gran variedad de grupos nacionales interrelacionados —con su larga historia y sus tradiciones hondamente arraigadas, así como sus diversos intereses— en un escenario verdaderamente global. Lo que resulta radicalmente diferente por sobre todas las cosas respecto a los cambios históricamente presenciados de una forma- ción social a otra —es decir, el constituyente “no negociable” de la transformación socialista requerida— es la absoluta necesidad de vencer de manera permanente todas las formas de dominación y subordinación estructural, y no solamente de la variedad capita- lista. En nuestro tiempo ningún “cambio de personal”, no importa cuán bien intencionado sea en principio, puede siquiera comenzar a dar cumplimiento a la tarea. En otras palabras, la relación adver- sarial/conflictual entre los seres humanos —que ha resultado a to- das luces obvia en toda la historia conocida— es lo que debe ser 28 PL2009_C1.indd 28 10/07/09 05:02 p.m.
  • 29. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico positivamente desplazado mediante la creación y la consolidación firmemente asegurada del nuevo orden social. Si no es así, tarde o temprano comenzarán a aflorar y multiplicarse las contradicciones y los antagonismos incontrolables en el basamento recién estableci- do, como realmente lo hicieron en las sociedades de tipo soviético, y al final las socavaron y las destruyeron. Tan solo un compromiso genuinamente crítico —y autocrítico— con el curso de la transformación histórica socialista puede produ- cir un resultado sustentable, al ir proporcionando los correctivos necesarios a medida que las condiciones cambien y exijan respues- tas para sus desafíos. Marx lo dejó bien claro desde el comienzo mismo, cuando insistía en que las revoluciones socialistas no debían eludir el autocriticarse “con implacable escrupulosidad”, 11 a fin de poder cumplir con los objetivos vitales de la emancipación. El siglo XX marcó una diferencia significativa con respecto a la advertencia de Marx. Porque a la luz de siete décadas de experien- cia práctica sumamente costosa, la advertencia original de Marx acerca de la necesaria crítica práctica de nuestras propias acciones —una advertencia que a mediados del siglo XIX no podía ser más que una exhortación muy general— había adquirido una urgencia ineludible en el movimiento socialista. Porque, por una parte, dada la crisis estructural cada vez más profunda de nuestro orden meta- bólico social establecido, urge hoy más que nunca que la alternativa socialista se instituya sobre bases firmes, en contra del asalto de la propaganda autocomplaciente de la ideología dominante, visible por todas partes. Pero al mismo tiempo, por otra parte, debido a la con- tundente evidencia histórica del desarrollo del tipo soviético, y los inmensos sacrificios que hubo que soportar en sus largas décadas, nadie puede negar hoy día la necesidad de confrontar “con impla- cable escrupulosidad” los problemas que habrán de surgir. Porque solo mediante el re-examen, a plena consciencia y autocríticamente comprometido, de los pasos pretendidamente emancipatorios que 11 Ver Marx, ¨El 18 Brumario de Luis Bonaparte¨, en Marx y Engels. Co- llected Works, vo 11, Londres 1979, p.106. 29 PL2009_C1.indd 29 10/07/09 05:02 p.m.
  • 30. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI se han dado —tanto en el pasado como en el presente— puede vol- verse factible la construcción de unas bases del socialismo del siglo XXI más seguras de lo que resultaron ser las del XX. Los tres grandes seres humanos a quienes está dedicado este li- bro han enfocado la tarea histórica de la transformación socialista con este espíritu crítico vital. Gramsci y József aseveraron firme- mente su creencia en la incondicional integridad socialista del cam- bio epocal, no solo contra la clase adversaria sino incluso cuando tuvieron que padecer la incomprensión sectaria de su propio bando. Y el Che Guevara no vaciló en proclamar con gran claridad su des- acuerdo principista con el curso de la acción seguido en la Unión Soviética —indicando proféticamente que apuntaba en dirección a la restauración capitalista— aunque ese desacuerdo en voz alta aca- rreó que se le tildara de hereje y hasta de aventurero. Como lo subra- yó Fidel Castro en una entrevista: Mi admiración y mi afinidad hacia el Che ha aumentado al ver lo que ha pasado en el campo socialista, porque él se oponía categóricamente al empleo de métodos capitalistas para la construcción del socialismo… [los escritos del Che] tienen un valor enorme y deben ser estudiados, porque yo pienso que el empleo de esos métodos y conceptos capitalistas tuvieron una influencia alienante en esos países. Yo pienso que el Che tuvo una vi- sión profética cuando, ya en aquellos primeros años de los 60, previó todos los retrocesos y consecuencias del método que se estaba empleando para construir el socialismo en la Europa del Este.12 De esta manera, después de su muerte las advertencias del Che Guevara pudieron ejercer una influencia esencial en el período de rectificación de Cuba. Para citar otra vez las palabras apasionadas de Fidel Castro: 12 Fidel Castro, “Entrevista con Tomás Borge” (1992), en Che: A Memoir by Fidel Castro, editado por David Deutschmann, Ocean Press, Melbourne & New Cork, 2006, pp. 215-216. 30 PL2009_C1.indd 30 10/07/09 05:02 p.m.
  • 31. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico Habíamos caído en el pantano de la burocracia, del exceso de nómina, de normas de trabajo que ya no tenían vigencia, el pantano del engaño, de la falsedad. Habíamos caído en una cantidad de malos hábitos que hu- bieran consternado al Che. Si al Che le hubiesen dicho alguna vez que un día, bajo la Revolución Cubana, habría empresas preparadas para robar y aparentar que eran provechosas, el Che se hubiera consternado (…) El Che se hubiera consternado si le hubiesen dicho que el dinero, el dinero se estaba convirtiendo en la preocupación del pueblo, en su motivación fun- damental. Él, que tanto nos advirtió en contra de eso, se hubiera sentido consternado.13 Los enemigos fascistas de Gramsci querían no solamente “im- pedir que su cerebro funcionase durante unos veinte años”, sino evitar que ejerciera alguna influencia en la historia. Como sabemos, fracasaron en ambos sentidos. Al igual que en el caso del Che Gue- vara, sus verdugos —para la época el régimen boliviano, cliente del imperialismo norteamericano— intentaron condenarlo al olvi- do, tratando de hacer desaparecer para siempre incluso sus restos mortales. Hasta en eso fracasaron miserablemente. La influencia del Che Guevara está viva hoy día no solamente en Cuba sino por todas partes en América Latina —como lo hemos visto testificado por uno de los movimientos sociales más importantes de nuestro tiempo, el Movimento dos Sem Terra del Brasil— y aun más allá, despertando aspiración y solidaridad tanto en las generaciones más viejas como en innumerable gente joven a todo lo ancho del mundo. Examinando las décadas más recientes de los desarrollos globa- les, el cambio en la relación de fuerzas predominante parecería fa- vorecer indudablemente al capital. Ello se debe en gran medida no solo a la ignominiosa capitulación de Gorbachov y sus seguidores en la Unión Soviética, después de su seguimiento de la estrategia totalmente infundada de “reestructurar” el socialismo median- te la adopción del “glasnost” y la “perestroika” (que resultaron ser la promoción activa de la restauración capitalista, seguida de un 13 Fidel Castro, “20th Anniversary of the Che’s Death” (8 de octubre de 1987), en Che: A Memoir by Fidel Castro, ibíd., pp. 194-195. 31 PL2009_C1.indd 31 10/07/09 05:02 p.m.
  • 32. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI derrumbe parecido en la Europa del Este), sino además a una trans- formación entreguista similar en los partidos comunistas más gran- des de Europa Occidental, notoriamente el francés y el italiano. Así, para tomar solamente este último caso precisamente porque alguna vez fue el partido socialista en el que militó Gramsci, las estrategias proclamadas en alta voz —pero de nuevo totalmente infundadas— del “camino italiano al socialismo” y “el gran acomodamiento his- tórico” prometían garantizar una futura transformación socialista internacional, en la realidad resultaron ser la capitulación incondi- cional ante las fuerzas imperialistas del capital internacional, do- minadas por los Estados Unidos, bajo la bandera partidista de los llamados “Demócratas de Izquierda”. Pero cuando vemos lo que ha sido logrado en la realidad, el cua- dro luce muy diferente. Y en modo alguno resulta sorprendente porque sobre la base de la capitulación no se pueden construir resultados perdurables. Como ampliamente lo demuestran los anales de la historia social, política y militar, la capitulación no puede ser nunca la base de un desarrollo histórico sustentable. Ella solo puede proporcionar una ganancia unilateral y el corres- pondiente respiro temporal hasta que la próxima ronda de antago- nismos irrumpa en el escenario histórico, en escala creciente y por lo general imponiéndose con intensidad cada vez mayor. Alguna vez se pudo sostener racionalmente que —como lo formuló el ge- neral von Clausewitz— la guerra era “la continuación de la política por otros medios”. Pero el otro lado de la misma ecuación —que concierne a la ineluctable reciprocidad de la política y la guerra— jamás fue captada en toda su dimensión en el pasado, porque sus trágicas implicaciones para la destrucción total de la humanidad no eran claramente visibles. A saber: que la política (basada en los antagonismos) era el heraldo de la guerra necesaria porque —en vista del carácter de no resueltos de los propios antagonismos— te- nía que terminar en la capitulación de uno de los bandos y en la definitiva inestabilidad explosiva del respiro obtenido. Tan solo una racionalidad sustantivamente fundamentada —en contraste con los “acomodamientos” efímeros logrados en nombre de cualesquiera “actos equilibradores” impuestos por la 32 PL2009_C1.indd 32 10/07/09 05:02 p.m.
  • 33. Introducción: El desafío y la carga del tiempo histórico violencia o tácticamente racionalizados— podría mostrar una sa- lida de este círculo vicioso, a través de la remoción permanente de todas las formas de adversariedad antagónica. El gran desafío y la gran carga de nuestro tiempo histórico es que la adversarie- dad antagónica debe ser remitida al pasado de manera permanente, en aras de dejar atrás también para siempre el ineluctable —y en nuestra época ineludiblemente fatal— círculo vicioso de la guerra y la política que hemos conocido hasta el presente. Esto significa refundar radicalmente la política sobre la base de una racionalidad sustantiva e históricamente sustentable, a fin de ser capaces de manejar conscientemente todos los asuntos humanos en la reque- rida escala global. Es por eso que la institución viable del socialis- mo en el disyuntivo siglo XXI apareció en la agenda histórica con gran urgencia, imponiendo la necesidad de confrontar las fallas del pasado “con implacable escrupulosidad” y explorar todas las vías de cooperación positiva, sobre la única base factible de la igualdad sustantiva. El derrumbe del sistema de tipo soviético no ha resuelto nada de manera perdurable, ni ciertamente tampoco lo ha hecho el colapso de algunos de los más grandes partidos comunistas del pasado a todo lo largo del mundo. La tentación para que el trabajo siga el ca- mino de menor resistencia favoreciendo el orden establecido del capital, indudablemente ha jugado, y continúa jugando, un impor- tante papel en estos desarrollos. Es así porque el establecimiento del orden reproductivo socialista, como alternativa viable al existente, constituye una empresa histórica colosal. Pero seguir el camino más fácil no va a asegurar el futuro del capital. Porque ese camino es in- capaz de producir algo que no sea retribuciones cada vez menores para el trabajo, bajo las presentes circunstancias de nuestra crisis histórica cada vez más profunda, y en última instancia no le pro- ducirá ninguna retribución, por cuanto el orden reproductivo del capital está destinado a salirse de control. En lo que atañe a los presuntos éxitos del propio capital en su fase histórica de crisis estructural, en realidad vemos a sus países dominantes involucrados en guerras genocidas mientras predican cínicamente la democracia y la libertad. En verdad, lo que estamos 33 PL2009_C1.indd 33 10/07/09 05:02 p.m.
  • 34. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI presenciando en el Medio Oriente y en todas partes son conflagra- ciones a una escala cada vez más destructiva, en lugar de soluciones perdurables a los graves problemas internos e internacionales del orden de control del metablismo social del capital. Muchos de los logros definitivamente autodestructivos del impe- rialismo fueron construidos en el pasado sobre la base del genocidio en Norteamérica y Latinoamérica. Hoy la situación es aún más gra- ve porque el imperialismo hegemónico global está conduciendo a la humanidad hacia su exterminación. Tiene que haber otro camino. Los ejemplos de firmeza revolucionaria de Gramsci, Attila József y el Che Guevara nos muestran ese camino. Rochester, 1º de enero de 2007. 34 PL2009_C1.indd 34 10/07/09 05:02 p.m.
  • 35. Presentación14 Karl Marx escribió alguna vez que “la teoría (…) se convierte en una fuerza material en cuanto se apodera de las masas”.15 Para que tal cosa suceda, explica Mészáros en su nuevo libro, la teoría debe enfrentar El desafío y la carga del tiempo histórico, captando las exigencias humanas de un momento en particular al mismo tiempo que se aferra al “carácter radicalmente ilimitado de la historia”. Hoy las concepciones teóricas de Mészáros se convierten cada vez más en una fuerza material, al apoderarse de las masas por me- dio de innumerables actores histórico-mundiales en el contexto de la Revolución bolivariana de la América Latina. Así, un artículo del The New York Times del 24 de enero de 2007 se refería a la co- nocida “admiración” del presidente venezolano, Hugo Chávez, “por István Mészáros, un estudioso marxista húngaro relativamente os- curo que argumenta que sí existe una alternativa al capitalismo en su libro de mil páginas, Más allá del capital”. Sin embargo, Mészáros está lejos de ser un pensador “relativa- mente oscuro”. Nacido en 1930, ingresó en la Universidad de Buda- pest en 1949, donde luego se convirtió en el asistente del grandioso filósofo marxista del siglo XX, Georg Lukács. Abandonó Hungría tras la invasión soviética en 1956 y, finalmente, asumió una cátedra de profesor de filosofía en la Universidad de Sussex. Escribió in- contables obras filosóficas, político-económicas y culturales, entre las que se encuentran libros sobre Marx, Lukács y Sartre. Su La 14 ¨ Tomado de la edición en portugués: O desafío e o fardo do tempo his- tórico: O socialismo no século XXI, Boitempo Editorial, Sao Paulo, 2007. 15 Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, vol. 3, International Publishers, Nueva York, 1975, p. 182. 35 PL2009_C1.indd 35 10/07/09 05:02 p.m.
  • 36. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI teoría de la alienación en Marx, de 1970, ganó el prestigioso pre- mio Memorial Isaac Deutscher. Fue en su conferencia en memoria de Isaac Deutscher, titulada “La necesidad del control social”, y en su prefacio de 1971 a la ter- cera edición de La teoría de la alienación en Marx donde Més- záros planteó por primera vez la cuestión de la “crisis estructural global del capital”.16 Reconociendo la enormidad de los cambios que ocurrieron tanto en el interior del capitalismo como en el sis- tema poscapitalista soviético, acabó por dejar a un lado las grandes obras filosóficas que había venido escribiendo por muchos años (en forma de dos libros manuscritos inconclusos, La determinación social del método y La dialéctica de la estructura y la historia) para concentrarse en los asuntos más urgentes. El resultado fue un conjunto de tres obras cruciales: El poder de la ideología (1989), Más allá del capital (1995) y El desafío y la carga del tiempo histórico. El monumental Más allá del capital representó un viraje en el desarrollo del pensamiento marxista, un cambio radical de la pers- pectiva y un regreso a la comprensión del potencial revolucionario del marxismo clásico. Obra de enorme alcance filosófico, político y económico, su título refleja un triple objetivo: desarrollar una visión que fuese más allá del sistema del capital, más allá de El capital de Marx y más allá del proyecto marxista tal y como fue concebido bajo las condiciones históricas de los siglos XIX y XX. En esa obra se destacan innumerables innovaciones teóri- cas importantes: (1) un énfasis en el sistema del capital, es decir el dominio del capital arraigado en la explotación de la fuerza del trabajo, distinto del orden institucional históricamente específico del capitalismo asociado con la propiedad privada de los medios 16 István Mészáros, The Necessity of Social Control, Merlin, Londres, 1971. Incluido posteriormente como apéndice en Más allá del capital, Va- dell Editores, Valencia-Caracas, 2001. Ver también, de Mészáros, Marx’s Theory of Alienation, Merlin, Londres, 1970. 36 PL2009_C1.indd 36 10/07/09 05:02 p.m.
  • 37. Presentación de producción;17 (2) el tratamiento del sistema del capital como un orden de “control metabólico social” en particular, que penetra to- dos los aspectos de la sociedad; (3) un análisis de la “activación de los límites absolutos del capital”, (4) una crítica de la sociedad pos- capitalista, particularmente del sistema soviético, como un orden que fracasó en su tentativa de erradicar el sistema del capital en su totalidad; y (5) una consideración de las condiciones históricas para la plena erradicación del capital, que implica un orden de control metabólico social alternativo arraigado en la “igualdad sustantiva”. Daniel Singer sintetiza así las implicaciones revolucionarias de la argumentación de Mészáros: “Lo que es preciso abolir no es nada más la sociedad capitalista clásica, sino el dominio del capital como tal. En efecto, el ejemplo soviético demuestra que no basta con ‘ex- propiar a los expropiadores’: hay que extirpar de raíz la dominación del trabajo sobre la cual descansa el dominio del capital”.18 Utilizan- do una metáfora extraída de la vida de Goethe, Mészáros argumen- tó en Más allá del capital que cada piso del edificio que constituye el hogar de la humanidad debe ser reconstruido desde los cimientos —de modo que al final surja una estructura integralmente nueva— mientras a pesar de ello continuará estando habitado por los seres humanos. 19 Más allá del capital colaboró en la ampliación del alcance de la crítica marxista al incluir sólidas nociones de la emancipación 17 Para Mészáros es esencial reconocer que Marx dirigió su crítica contra el capital como una relación social o un sistema de control metabólico social omniabarcante, y no simplemente contra el capitalismo como orden insti- tucional específico (un modo de producción). En ese sentido, en su visión, es lamentable que en la primera traducción inglesa de El capital, bajo la supervisión de Engels, se haya traducido el subtítulo del Volumen I como “Un análisis crítico de la producción capitalista” en lugar de lo correcto, “El proceso de producción del capital”. Ver István Mészáros, Más allá del capital, op. cit., p. 1052. 18 Daniel Singer, “After Alienation”, en The Nation, 10 de junio de 1996. 19 István Mészáros, Más allá del capital, op. cit. pp. 485, 566. 37 PL2009_C1.indd 37 10/07/09 05:02 p.m.
  • 38. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI humana de índole ecológica y con base en los seres humanos, como componentes integrantes de la superación del dominio del capital, sin los cuales las condiciones necesarias de la igualdad sustantiva y del genuino desarrollo sustentable no podrían ser alcanzadas. Más que en cualquiera de sus otras obras, destacó la incontrolabilidad y el desperdicio del capital. Todo el dominio del capital, argumen- ta Mézáros, se aproxima a sus límites absolutos como resultado de su creciente incapacidad de eliminar sus contradicciones internas, creando así una crisis estructural global del capital. En lugar de aceptar la consigna de Margaret Thatcher de que no hay alternativa, Más allá del capital insistía en que la única alter- nativa viable exigía una transferencia total del control de las manos del capital a las manos de los “productores asociados”. El sueño so- cialdemócrata de un sistema “híbrido” (una reconciliación del ca- pitalismo con el bienestar social) tiene que ser descartado por su carácter ilusorio. Incapaz de tocar con sus reformas el metabolismo interno del sistema del capital, en todas partes la socialdemocracia degeneraba en neoliberalismo o craso capitalismo. La naturaleza penetrante del análisis expuesta en Más allá del capital se puede observar en el reconocimiento de Mészáros de que ya en 1995, Hugo Chávez trazaba en Venezuela el camino alternati- vo necesario cuando afirmaba: “El pueblo soberano debe convertir- se en el objeto y sujeto del poder. Esa opción no es negociable para los revolucionarios”.20 Más tarde, Chávez, ya como presidente de Venezuela, se volcaría directamente al análisis de Más allá del ca- pital, incorporando a su propia perspectiva la insistencia en la ne- cesidad del intercambio comunal de las actividades en oposición al trueque de mercancías capitalista. Así, Chávez siguió a Mészáros al designar al intercambio comunal como “el punto de Arquímedes” 20 Hugo Chávez, citado en István Mészáros, Más allá del capital, op. cit., p. 818. Ver también István Mészáros, “Bolívar and Chávez: The Spirit of Radical Determination”, Monthly Review, julio-agosto de 2007, Vol.59, Nº. 3, pp. 55-84. 38 PL2009_C1.indd 38 10/07/09 05:02 p.m.
  • 39. Presentación de la transformación social revolucionaria.21 Con el intercambio directo entre las naciones en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el surgimiento de los consejos comunales de Venezuela, las nuevas Asambleas Constituyentes en Venezuela y en Bolivia volcadas a la disolución de la hegemonía política del capital trasnacional y a la propagación de las cooperativas de trabajo en la revolución latinoamericana en proceso, la dominación casi absoluta del trueque de mercancías capitalista va siendo debilitada. El desafío y la carga del tiempo histórico no tiene la intención de sustituir a Más allá del capital como la clave indispensable de la crítica de Mészáros al capital. Antes bien, los dos libros se sobre- ponen y se complementan de innumerables maneras. El desafío y la carga del tiempo histórico tiene la ventaja de ser más corto y accesible. En ese sentido, el nuevo libro de Mészáros debe ser leí- do como una larga introducción o un extenso postscriptum a Más allá del capital. Pero es también mucho más que eso. Si el énfasis de Más allá del capital recae sobre la crisis estructural global del capital y el camino que necesita atravesar la transición socialista, El desafío y la carga del tiempo histórico enfoca el propio tiempo histórico. Aborda las formas de temporalidad necesarias y el carác- ter radicalmente ilimitado de la historia. Este último constituye un tema central de La teoría de la alienación en Marx, en el que él lo elige como una característica definidora de la visión de mundo revolucionaria de Marx. Lo que Mészáros denomina la “decapitación del tiempo” opera en todos los planos del sistema del capital. Todos los grandes pen- sadores burgueses —como Locke, Smith, Kant y Hegel— apunta- ron de diversas maneras al “fin de la historia” identificado con el surgimiento del capitalismo. Hoy día percibimos la misma ideo- logía del fin de la historia en las concepciones dominantes de la 21 Michael Liebowitz, Build it Now: Socialism for the Twenty-First Century, Monthly Review Press, Nueva York, 2006, pp. 107-108. Cons- truyámoslo ahora: socialismo para el siglo XXI, Centro Internacional Miranda, Caracas, 2006, p. 105. 39 PL2009_C1.indd 39 10/07/09 05:02 p.m.
  • 40. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI globalización, en las ideas de modernismo/posmodernismo, en el incesante mantra neoliberal de que no hay alternativa y en la afir- mación de Francis Fukuyama según la cual la caída de la Unión Soviética confirmó la antigua visión hegeliana del fin de la historia. Ese ilusorio punto final del futuro tiene la intención de raciona- lizar como ineludible lo que Einstein criticó en su artículo de 1949, “¿Por qué socialismo?” como “la mutilación de los individuos”, que él consideraba “el peor mal del capitalismo” y la razón por la cual la procura histórica del socialismo era esencial.22 El libre control humano del tiempo disponible y minimizado bajo la contabilidad del tiempo del sistema del capital, que procura reducir la vida a un conjunto de decisiones instantáneas sin límite empeñadas en la ampliación de la productividad y las ganancias en beneficio de la red de intereses establecidos. Bajo esas condiciones, como observó Marx “el tiempo lo es todo, [en tanto que] el hombre no es nada; él es, cuando más, un despojo del tiempo”23. La existencia vivida de los seres humanos individuales está subordinada a una entidad abs- tracta: el acrecentamiento del valor absoluto. Así, la “contabilidad truncada del tiempo” del capital tiene sus raíces en el acrecentamiento a la enésima potencia de la estricta di- visión del trabajo, con exclusión de cualquier otra consideración. El sistema del capital contempla las terribles pérdidas humanas, socia- les y ecológicas impuestas por su miope procura de la velocidad y la cantidad, como meros “efectos colaterales”. Por el contrario, como Simón Rodríguez —el gran profesor socialista utópico de Simón Bolívar, el Libertador de América Latina— escribió en 1847: “La división del trabajo en la producción de bienes sirve apenas para brutalizar a la fuerza de trabajo. Si para producir tijeras de uñas que sean excelentes y baratas, tenemos que reducir a los trabajadores a máquinas, mucho mejor sería si cortásemos nuestras uñas con los 22 Albert Einstein, “Why Socialism?”, Monthly Review, Vol. 1, Nº. 1, mayo de 1949, p. 14. 23 Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Works, op.cit., Vol. 6, p.127. 40 PL2009_C1.indd 40 10/07/09 05:02 p.m.
  • 41. Presentación dientes”.24 Para Mészáros, un énfasis genuino en el autodesarrollo de los seres humanos permitiría que la jornada de trabajo normal se redujese a veinte horas por semana o menos, al mismo tiempo que crearía las condiciones para las relaciones sociales igualitarias. El desafío y la carga del tiempo histórico insiste en que el sis- tema del capital es incapaz de elevarse por sobre la perspectiva del “corto plazo”. Esa visión se vincula con un triple conjunto de con- tradicciones: (1) su “incontrolabilidad” innata, derivada de la natu- raleza antagonística de su modo de control metabólico social; (2) su incesante dialéctica de competencia y monopolio; (3) su incapa- cidad de integrarse políticamente en el plano global, a pesar de sus tendencias económicas globalizadoras. Por consiguiente, el sistema del capital manifiesta una profunda aversión a la planificación. El resultado es un máximo de despilfarro y destrucción, refor- zados por la degradación incesante del trabajo humano, una tasa de utilización decreciente, parasitismo financiero acentuado, amenaza creciente de aniquilación nuclear, aumento de la barbarie25 y ace- leración de la catástrofe económica planetaria. El 19 de octubre de 1999 Mészáros dictó en Atenas una conferencia pública intitulada “Socialismo o barbarie” que más tarde fue ampliada y transforma- da en un pequeño libro homónimo, publicado en Grecia y en Italia en 2000 y traducido al inglés a comienzos de 2001 (texto que fue 24 Rodríguez citado en Richard Gott, In the Shadow of the Liberador, Verso, Londres, 2000, p. 116. 25 De acuerdo con el pensamiento socialista inicial, la barbarie no es supe- rada plenamente bajo la “civilización” capitalista, sino por el contrario es llevada adelante y mejorada, y está asociada particularmente a las formas más extremas de explotación y privación de los derechos humanos por me- dio de la esclavitud, el trabajo forzado, la brutal subordinación de la mujer, las prisiones arbitrarias, las guerras imperiales, el “exterminio de las nacio- nes nativas” y la destrucción ambiental. Es a la barbarie en ese sentido la que, según Mészáros, el sistema del capital está trayendo de vuelta en una escala cada vez mayor. Ver John Bellamy y Brett Clark, “Empire of Barba- rism”, en Monthly Review, Vol. 56, Nº 7, diciembre de 2004, pp. 1-15. 41 PL2009_C1.indd 41 10/07/09 05:02 p.m.
  • 42. EL DESAFÍO Y LA CARGA DEL TIEMPO HISTÓRICO: El socialismo del siglo XXI incluido como Capítulo 4 en este libro). Argumentaba allí, mucho antes de los acontecimientos del 11 de setiembre de 2001, que el mundo había entrado en “la fase potencialmente más letal del im- perialismo”. Efectivamente, los Estados Unidos están hoy en gue- rra con el planeta entero, en una inútil tentativa de convertirse en el Estado del sistema capitalista, aun a riesgo de la aniquilación de la propia humanidad.26 El modo alternativo de control metabólico social proporciona- do por el socialismo en su forma más revolucionaria-igualitaria, explica Mészáros en El desafío y la carga del tiempo histórico, requiere de una contabilidad del tiempo enteramente diferente. El desarrollo sustentable fundamentado en una “economía nacional” resulta imposible fuera de una sociedad de igualdad sustantiva. Es necesario un sistema en el que los “productores asociados” se conviertan en el sujeto y el objeto de la sociedad, en sincronía con el principio formulado con gran elocuencia por Bolívar de que la igualdad es “la ley de las leyes”.27 Tal cosa solo se alcanza mediante una planificación social abarcante —no prescrita por un mandato que parte de lo alto, sino surgida de las necesidades colectivas y de la participación democrática más generalizada.28 El objetivo se- ría una contabilidad del tiempo radicalmente alterada, volcada al desarrollo humano cualitativo que trasciende la disyuntiva actual entre necesidad y productividad. Una revolución que se moviese en 26 Las observaciones de Mészáros acerca de ese aspecto resultan aun más notorias si se les compara con los vacíos alegatos sobre el fin del imperia- lismo que constituyen el fundamento de Empire, el tan aclamado libro de Michael Hardt y Antonio Negri. Ver John Bellamy Foster, “Imperialism and ‘Empire’” en Monthly Review, Vol. 53, Nº 7, diciembre de 2001, pp. 1-9. 27 Simón Bolívar, “Message to the Congress of Bolivia, May 25, 1826”, en Selected Works, The Colonial Press, Nueva York, 1951, Vol. 2, p. 603. 28 Mészáros se basa aquí en Harry Magdoff y Fred Magdoff, “Approaching Socialism”, en Monthly Review, Vol. 57, Nº 3, julio-agosto de 2005, pp. 19-61. 42 PL2009_C1.indd 42 10/07/09 05:02 p.m.
  • 43. Presentación forma decisiva en esa dirección se convertiría en “históricamente irreversible”. No es sorprendente que Mészáros, quien cuando muy joven reci- bió inspiración de la poesía de su compatriota húngaro Attila Józ- sef, lo cite con frecuencia en su obra y le dedique en parte este nuevo libro suyo. Fue József, observa él, quien escribió: Tras los sacerdotes, los soldados y los burgueses al fin nos hemos vuelto fieles oidores de las leyes29 Es eso lo que representa el desafío y la carga del tiempo histórico: el surgimiento de una nueva fuerza material a medida que la teoría se apodera de las masas, que “al fin [se vuelven] fieles oidores de las leyes”. John Bellamy Foster 29 “On the Edge of the City”, en Attila József, The Iron-Blue Vault, Bloodaxe Books, Newcastle upon Tyne, 1999, p. 100. Trad. al castellano de Fayad Jamís. 43 PL2009_C1.indd 43 10/07/09 05:02 p.m.
  • 44. PL2009_C1.indd 44 10/07/09 05:02 p.m.
  • 45. Capítulo 1: La tiranía del imperativo del tiempo del capital 1.1. El tiempo de los individuos y el tiempo de la humanidad Ningún individuo, y ninguna forma concebible de sociedad en la actualidad o en el futuro, puede evadir las determinaciones ob- jetivas y la correspondiente carga del tiempo histórico, junto con la responsabilidad que obligatoriamente nace de ellas. En términos generales, quizás la mayor denuncia en contra de nuestro orden so- cial establecido sea la de que degrada la inevitable carga del tiempo histórico significativo —el tiempo de vida tanto de los individuos como de la humanidad— a tiranía del imperativo del tiempo cosifi- cado del capital, sin que importen las consecuencias. El modo de reproducción metabólica social que históricamente es el único que puede tener el capital tiene que degradar el tiem- po, porque la determinación objetiva más fundamental de su pro- pia forma de intercambio humano es la tendencia irreprimible a la autoexpansión continua, definida por las características intrínsecas de ese modo de intercambio social como la necesaria expansión del capital, alcanzable en la sociedad mercantil solamente a través de la explotación del tiempo del trabajo. Así, el capital tiene que ser ciego ante cualquier dimensión del tiempo que no sea la del plustra- bajo y el correspondiente tiempo del trabajo explotables al máximo. Por eso, el capital tiene que borrar de sus ecuaciones todo posi- ble valor y significado que surjan potencialmente de las relaciones creadas históricamente y no vinculadas de manera directa con el imperativo sistémico de la acumulación del capital. Da igual que el significado y los valores potenciales involucrados tengan que ver con las relaciones personales de los individuos entre sí como indi- viduos por separado, o con los grupos sociales de los cuales forman parte los individuos en particular, o ciertamente con la humanidad 45 PL2009_C1.indd 45 10/07/09 05:02 p.m.